Muchos de los que no creen en el Más Allá se esfuerzan con codicia por poseer el poder, la fuerza y la superioridad en este mundo. Tienen un criterio propio de lo que significa ser poderoso, fuerte y honorable: hay que ser rico, tener un papel de dirigente en la sociedad y ser famoso. Consideran que la pérdida de alguna de estas características conlleva el fin de su honor, estima y prestigio. Sin embargo, se equivocan. El Corán explica ese error:
Han tomado a dioses en lugar de tomar a Dios, para alcanzar el poder. ¡No! (Esos dioses) Negarán haberles servido y se convertirán en adversarios suyos. (Corán, 19:81-82) | ||
El único que posee poder y potestad es Dios, Quien se lo da a quien El quiere. En consecuencia, quienes recurren a otros medios para conseguir fuerza y superioridad, en realidad Le están asociando iguales. Hay que tener en claro que la autoridad no es dada por la riqueza, el prestigio o el estatus, los cuales Dios puede arrebatárselos a quien sea en un abrir y cerrar de ojos. Por ejemplo, un alto ejecutivo puede perder su riqueza, ascendiente y buena posición de la noche al día por la simple razón de que el real poseedor de todo es Dios.
Dios concede superioridad y distinción a Sus siervos y amigos, entregados de corazón a El y seguidores del Corán. Quien vive según el Corán nunca hace nada que ocasione desgracias, remordimientos o vergüenza frente al Señor. Los creyentes auténticos no temen a nada ni a nadie y nunca buscan favores de nadie. Sólo quieren obtener el agrado de Dios y respetarle como es debido. Es por eso que nunca se sienten débiles o fuera de lugar. Lo que logran es lo que Dios les da, a la vez que poseen la dignidad y el honor de ser fieles y vivir según las normas coránicas:
... Pero el poder pertenece a Dios, a Su enviado y a los creyentes. Los hipócritas, empero, no lo saben. (Corán, 63:8) | ||