El Incrédulo Y El Creyente No Mueren De La Misma Manera

Dios revela en el Corán un secreto acerca de la muerte, algo desconocido para mucha gente: lo que experimenta una persona que se está muriendo no es lo que ve quien la observa:

¿Por qué, pues, cuando se sube (el alma) a la garganta (en la agonía), viéndolo vosotros, ―y Nosotros estamos más cerca que vosotros de él (del moribundo), aunque no lo percibís―, (Corán, 56:83-85)

Otros secreto revelado es el gran terror y agonía que experimentan los incrédulos al momento de la muerte, difícilmente percibido por quienes los acompañan en ese trance:

¿Hay alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra Dios, o quien dice: “He recibido una revelación”, siendo así que no se le ha revelado nada, o quien dice: “Yo puedo revelar otro tanto de lo que Dios ha revelado”? Si pudieras ver cuando estén los impíos en su agonía y los ángeles (que interrogarán al fallecido) extiendan las manos: “¡Entregad vuestras almas! Hoy se os va a retribuir con un castigo degradante, por haber dicho falsedades contra Dios y por haberos desviado tan altivamente de Sus Signos”. (Corán, 6:93)

¡No te maravilles de su hacienda y de sus hijos! Dios sólo quiere con ello castigarles en la vida de acá y que exhalen su último suspiro siendo infieles. (Corán, 9:85)

En concordancia con este secreto revelado en el Corán, puede parecer que un incrédulo muere pacíficamente en su cama, sin sufrimiento de ningún tipo durante la agonía. Pero Dios nos informa que sufren profundamente en esos momentos, aunque no lo podamos comprobar. El Corán nos explica cómo actúan los ángeles con los incrédulos:

¿Qué pasará cuando los ángeles (de la muerte) les llamen (a la hora de la muerte), golpeándoles en el rostro y en la espalda? Esto es así porque van en pos de algo que irrita a Dios y, en cambio, les repugna lo que Le satisface. Por eso (Dios), hace vanas sus obras. (Corán, 47:27-28)

Si pudieras ver (el Día del Juicio) cuando los ángeles (de la muerte) llamen (a la hora de la muerte) a los que no han creído, golpeándoles en el rostro y en la espalda. Y: “¡Gustad el castigo del fuego del infierno por las obras que habéis cometido, que Dios no es injusto, en absoluto, con Sus siervos!”. (Corán, 8:50-51)

Los creyentes, por el contrario, experimentan una muerte tranquila, sencilla. Por ejemplo, el creyente que combatía cercano al profeta y resultaba herido gravemente, al momento de la muerte sentía una profunda paz, libre de todo temor. Dios nos informó que las almas de los creyentes iban a ser tomadas sin mácula alguna y serían recibidas con saludos y buenas nuevas por los ángeles:

A quienes, buenos, llaman (a la hora de la muerte) los ángeles diciendo: “¡Paz sobre vosotros! ¡Entrad en el Jardín, como premio a vuestras obras!”. (Corán, 16:32)

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