Dios Responde A Todas Las Personas Que Le Rezan

Dios, Todopoderoso, Misericordioso y Compasivo, reveló en el Corán que está cerca del ser humano y responderá a quienes Le oren. Uno de esos versos significativos es el siguiente:

Cuando Mis siervos te pregunten por Mí, estoy cerca y escucho la oración del que ora cuando Me invoca. ¡Que Me escuchen y crean en Mí! Quizás, así, sean bien dirigidos. (Corán, 2:186)

Como se manifiesta en este versículo, Dios está cerca de todos. Conoce los deseos, sentimientos, ideas, cada palabra pronunciada, cualquier susurro y hasta lo que está oculto dentro de nuestros pensamientos. En consecuencia, Dios oye y conoce a todos los que se vuelven a El y Le oran. Esta es una bendición de Dios a la humanidad, y expresión de Su misericordia, gracia y poder infinitos.

Dios posee poder y conocimiento sin límites. Es el Poseedor de todo. Cada ser, cada objeto --desde las personas aparentemente más poderosas a las más pobres, desde los magníficos cuerpos celestiales al animal más diminuto de la tierra-- pertenece a Dios y está completamente bajo su voluntad y control.

Una persona que cree sinceramente en ello, puede orar a Dios por cualquier cosa y esperar que Dios conteste sus oraciones. Por ejemplo, si una persona posee una enfermedad incurable seguramente recurrirá a todas las formas de atención médica. Pero sabiendo que sólo Dios restaura la salud, a El le rezará para su recuperación. Alternativamente, una persona con algún tipo de temor o ansiedad puede orarle a Dios para que la alivie y remueva toda clase de miedo. Y quien enfrente dificultades en una tarea también puede rezarle a El para superarlas. Se puede rogar a Dios por muchas cosas: por la guía hacia el sendero correcto, para que nos acepte en el paraíso, para comprender mejor lo que es el Jardín, el infierno y el Poder de Dios, por una buena salud, etc. Esto es lo que subrayó el Mensajero de Dios (la paz sea con él), cuando dijo:

“¿Quieren que les presente un medio con el cual se protegerán de las maldades de los enemigos y aumentarán sus recursos?” Dijeron: “Sí, oh Mensajero de Dios”. Dijo el Profeta: “Implora a tu Señor día y noche, porque la ‘Oración’ es el recurso del creyente”.1

Sin embargo, en el Corán hay otro secreto revelado que merece nuestra atención en este momento. Como Dios comunica en el versículo, “El hombre invoca el mal con la misma facilidad con que invoca el bien: el hombre es muy precipitado(Corán, 17:11). No todo lo que invoca el ser humano puede ser provechoso. Por ejemplo, una persona puede pedirle a Dios que le dé más propiedades y riquezas para el bienestar de sus hijos el día de mañana, pero Dios puede ver que ello no es algo bueno. Puede ser que la vida fácil aparte a sus hijos de Dios. Entonces Dios oye la súplica y la acepta como adoración pero responde de la manera más conveniente. Por otra parte, alguien puede pedir a Dios que le ayude a no llegar tarde a una cita. Pero puede ser que eso es lo que le conviene ya que así se encontrará con alguien que le será beneficioso para la vida eterna. Es decir, Dios no ve nada bueno para la persona en la cita a la que quería llegar a tiempo y le responde entonces de la manera que más conviene a la misma. Esto encierra un secreto muy importante.

Quienes desconocen esa realidad piensan que cuando Dios no les concede lo que quieren es porque no escuchó sus invocaciones. Pero en realidad se trata del producto de su ignorancia, porque Dios está “más cerca de él que su misma vena yugular”(Corán, 50:16). Dios está enterado de cada palabra que se pronuncia, cada pensamiento que se tiene y cada instante de la vida de cada uno. Incluso Dios conoce lo que experimentamos cuando dormimos. Dios es el creador de todo. En consecuencia, habría que ser consciente de que cada vez que se reza El acepta ese acto como adoración, responde de la manera más conveniente y facilitará lo que sea mejor para uno.

La oración, una forma de adoración, también es un regalo precioso de Dios a la humanidad porque por medio de ella Dios permite que el ser humano logre cualquier cosa que considera buena y beneficiosa para sí mismo. El Corán se refiere a la importancia de la oración: “Di: ‘Mi Señor no se cuidaría de vosotros si no Le invocarais. Pero habéis desmentido (la Revelación) y es ineludible (el castigo)’”. (Corán, 25:77)

Dios responde las oraciones de los afligidos y necesitados

Es cuando se realiza la oración que se siente la proximidad explícita de Dios. Es el momento en que, como siervo del Señor, se siente Su cercanía y la necesidad de El. Es por eso que al rezar se percibe la debilidad de uno y que nadie excepto El puede ayudarnos. La sinceridad con que rezamos depende de la angustia que nos embarga. Por ejemplo, todo el mundo reza a Dios por la paz en el mundo. Pero el angustiado en medio de una guerra rezará con más entrega y humildad. Del mismo modo, durante una tormenta en un barco o a bordo de un avión en peligro de estrellarse, la súplica a Dios será con un gran fervor, sinceridad y sumisión. Dios se refiere a esta realidad:

Di: “¿Quien os liberará de las tinieblas de la tierra y del mar?” Le invocáis humildemente y en secreto: “Si nos libras de ésta, seremos, ciertamente, de los agradecidos”. (Corán, 6:63)

En el Corán, Dios ordena al ser humano que ore con humildad:

¡Invocad a vuestro Señor humilde y secretamente! El no ama a quienes violan la ley. (Corán, 7:55)

En otro versículo Dios comunica que responde las súplicas de los oprimidos y necesitados:

¿Quién, si no, escucha la invocación del necesitado, quita el mal y hace de vosotros sucesores en la tierra? ¿Hay un dios junto con Dios? ¡Qué poco os dejáis amonestar! (Corán, 27:62)

Está claro que no necesariamente se debe enfrentar la muerte para implorar a Dios y pedirle ayuda. Los ejemplos que damos aquí tienen por objeto hacer notar las formas en que el que cree en Dios reacciona ineludiblemente cuando se enfrenta con la muerte, es decir, volviéndose a El con absoluta sinceridad. Por otra parte, los creyentes de corazón, conscientes de su debilidad y necesidad, siempre se vuelven a Dios sinceramente, aunque sus vidas no corran peligro. Es una característica importante que los distingue de los incrédulos y de los de poca fe.

La súplica no tiene límites

A Dios se le puede pedir todo lo correcto (halal) porque El es el único gobernante y dueño absoluto de todo y, si quiere, otorga al ser humano lo que sea. Quien se vuelve a Dios y le reza, comprueba la potestad sin límites de Dios y en consecuencia debemos “mantenernos firmes en la súplica”, como manifestó nuestro querido Profeta (la paz sea con él)2. Debemos saber que para El es fácil cumplimentar cualquier deseo y conceder cualquier cosa, siempre que sea bueno para el suplicante. Los rezos de los profetas y de los creyentes auténticos mencionados en el Corán son un ejemplo para los creyentes respecto a las cosas que pueden pedir a Dios. Por ejemplo, el profeta Zacarías (Zakariyya) (la paz sea con él), suplicó a Dios por un heredero complaciente y Dios respondió sus ruegos, a pesar de que su esposa era estéril:

Cuando invocó internamente a su Señor. Dijo: “¡Señor! Se me han debilitado los huesos, mis cabellos han encanecido. Cuando te he invocado, Señor, nunca me has decepcionado. Temo la conducta de mis parientes a mi muerte, pues mi mujer es estéril. Regálame, pues, de Ti un descendiente, que me herede a mí y herede de la familia de Jacob, y ¡haz, Señor, que él te sea agradable!”. (Corán. 19:3-6)

Dios respondió las oraciones del profeta Zacarías y le dio la buena noticia del profeta Juan (Yahya -la paz sea con él-). El profeta Zacarías se sorprendió al recibir la noticia de un hijo porque su esposa era estéril. La respuesta de Dios a él revela un secreto que los creyentes siempre deberían tener presente:

“¡Señor!”, dijo (Zacarías), “¿Cómo puedo tener un muchacho, siendo mi mujer estéril y yo un viejo decrépito?”. “Así será”, dijo (el Señor). “Tu Señor dice: ‘Es cosa fácil para Mí. Ya te he creado antes cuando no eras nada’”. (Corán, 19:8-9)

Hay muchos otros profetas mencionados en el Corán cuyas oraciones tuvieron respuesta. Por ejemplo, el profeta Noé (la paz sea con él) pidió a Dios que infligiera un castigo a su gente, pues habían seguido el camino del mal a pesar de sus mejores esfuerzos para guiarlas al camino recto. Como respuesta a sus oraciones, Dios les asestó una gran aflicción, conocida por la historia.

El profeta Job (Aiyub) (la paz sea con él), imploró a Dios debido a su enfermedad: … “¡He sufrido una desgracia, pero Tú eres la Suma Misericordia!”(Corán, 21:83). La respuesta al profeta Job fue:

Y le escuchamos, alejando de él la desgracia que tenía, dándole su familia y otro tanto, como misericordia venida de Nosotros y como amonestación para Nuestros siervos. (Corán, 21:84)

Dios respondió al profeta Salomón (la paz sea con él), quien rogó, “¡Señor!”, dijo. “¡Perdóname y regálame un dominio tal que a nadie después de mí le esté bien. Tú eres el Munífico!”(Corán, 38:35). Dios le concedió un gran poder y riqueza.

En consecuencia, quienes rezan deberían tener presente el versículo, “Su orden, cuando quiere algo, se reduce a decirle (a ese algo): “¡Sea!”. Y es.(Corán, 36:82)

Dios da bendiciones de este mundo a quienes las desean, pero en la otra vida sufrirán una fuerte pérdida

Los deseos de quienes no albergan un respeto reverencial a Dios en sus corazones y carecen de una fe profunda en el Más Allá, son mundanales. Buscan riquezas, propiedades y estatus sólo para la vida de este mundo. Dios nos informa que quienes desean solamente lo mundanal no recibirán ninguna recompensa en la otra vida. Los creyentes, por otra parte, ruegan por la vida en este mundo y en el otro puesto que están seguros que la del Más Allá es tan cierta y próxima como la de aquí. Dios dice lo siguiente:

…Hay entre los hombres quienes dicen: “¡Señor! ¡Danos (bien) en la vida de acá!” Esos no tendrán parte en la otra vida. Otros dicen: “¡Señor! Danos bien en la vida de acá y en la otra presérvanos del castigo del Fuego!” Esos tendrán parte (recompensa) según sus méritos. Dios es rápido en ajustar cuentas. (Corán, 2:200-202)

Los creyentes también rezan por buena salud, riquezas, conocimiento y felicidad. Sin embargo, todas sus oraciones contienen la intención de agradar a Dios y buscan favorecer a la religión (din) en alguna medida. Por ejemplo, piden riquezas para usarlas en el camino de Dios. El Corán nos brinda el ejemplo del profeta Salomón. Su pedido de posesiones sin precedentes no tenía propósitos mundanales sino la noble intención de ser usadas en el camino de Dios, es decir, para llamar a la gente a la religión de Dios y ocuparse en la remembranza de El. Las palabras del profeta Salomón en el Corán indican esa intención sincera:

“.. Seguramente preferí las cosas buenas del mundo a la remembranza de mi Señor…” (Corán, 38:32)

Dios respondió a esa manifestación de Salomón, le concedió una gran riqueza en el mundo y le recompensó con las bendiciones de la otra vida. Por otra parte, Dios también concede los deseos de los que solamente quieren la vida de este mundo, aunque en el otro les aguarda un castigo doloroso. En la otra vida no tendrán acceso a ninguna de las bendiciones recibidas aquí.

Esta realidad importante se relata en el Corán así:

A quien desee labrar el campo de la vida futura se lo acrecentaremos. A quien, en cambio, desee labrar el campo de la vida de acá, le daremos de ella, pero no tendrá ninguna parte en la otra vida. (Corán, 42:20)

Si alguien desea la vida fugaz, Nosotros nos apresuraremos a darle en ella lo que queremos ―y a quien queremos―. Luego, le destinamos al infierno, donde arderá denigrado, desechado. (Corán, 17:18)

1. Buyuk Hadis Kulliyati (Great Ahadith Collection), Cem-ul-fevaid min Cami'il-usul and Mecma'iz-zevaid, Imam Muhammad Bin Muhammad Bin Sulayman er-Rudani 5

2. Sahih Bukhari, Volume 8, Book 75, Number 351

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