Dios dice en muchos versículos que llena de temor los corazones de los incrédulos:
Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: “Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean....”. (Corán, 8:12) El es Quien expulsó de sus viviendas a los de la gente de la Escritura que no creían, cuando la primera reunión. No creíais (dirigido a los creyentes) que iban a salir y ellos creían que sus fortalezas iban a protegerles contra Dios. Pero Dios les sorprendió por donde menos lo esperaban. Sembró el terror en sus corazones y demolieron sus casas con sus propias manos y con la ayuda de los creyentes. Los que tengáis ojos ¡escarmentad! (Corán, 59:2) | ||
Dios debilita la fortaleza de quienes se oponen a los creyentes y resisten a El y a Su religión, infundiendo terror en sus corazones. Se trata de un milagro. Es de gran importancia que los creyentes sopesen estos versículos y extraigan lecciones. Esto es así porque, como mencionamos en los capítulos anteriores, nuestros corazones están en las manos de Dios, Quien siembra lo que desea en el corazón de quien El quiera. La tarea de los creyentes no es buscar impactar sobre otros sino ser solamente sinceros. Por ejemplo, el creyente es responsable de advertir a una persona a la luz de los versículos coránicos, pero ésta obtendrá la guía correcta, independientemente de lo lúcido de la explicación que reciba, sólo si Dios lo permite. De la misma manera, el creyente está indefenso frente a los peligros. No puede amedrentar de ningún modo a los enemigos. Es Dios quien protege y respalda a los creyentes que se esfuerzan sinceramente en consideración del agrado de Dios. Como se dice en los versículos anteriores, infunde terror en los corazones de sus enemigos y los complica muchísimo con sus propios problemas. De esta manera Dios socorre a los creyentes.
Dios inspira distintos temores en las almas de los incrédulos: el temor a la muerte, al futuro, al perjuicio, a los desastres naturales, a la pérdida de la riqueza. Y el temor a la muerte es el principal, pues dicha gente no cree en el Más Allá, está fuertemente ligada a este mundo y supone que será reducida a la nada y perderá todo lo que tiene. Es este temor el que alimenta otras flaquezas.
Dios nos dice que infunde pavor en el corazón de los incrédulos debido a que asocian otros a El. El Corán relata cuál es el fin de esta gente:
Infundiremos el terror en los corazones de los que no crean, por haber asociado a Dios algo a lo que El no ha conferido autoridad. Su morada será el Fuego. ¡Qué mala es la mansión de los impíos! (Corán, 3:151) | ||