Uno de los más importantes objetivos del musulmán en esta vida es difundir por todas partes las normas éticas coránicas, de modo que las personas sirvan a Dios como corresponde. En el Corán se nos indica cómo hacerlo:
A quienes de vosotros crean y obren bien, Dios les ha prometido que ha de hacerles sucesores en la tierra, como ya había hecho con sus antecesores. Y que ha de consolidar la religión (el Islam) que le plugo profesaran. Y que ha de trocar su temor en seguridad. Me servirán sin asociarme nada. Quienes, después de esto, no crean, ésos son los perversos. (Corán, 24:55) | ||
En consonancia con los secretos que Dios revela a los creyentes en el Corán, asegura el establecimiento de los valores coránicos en todo el mundo si le adoran sólo a El, sin adscribirle socios. Esta es una clave muy importante porque indica que es responsabilidad de cada creyente llevar la guía del Corán a todos. Siendo así, los concientes de su fe deberían evitar sin excepciones asociar iguales a Dios y adorar sólo a El. Antes que nada, esa asociación es un pecado que Dios no perdona y que implica ir a parar al infierno. La mayoría de la gente cree que este concepto se relaciona sólo con los paganos que adoran ídolos, pero habría que ser conscientes de la “idolatría oculta”. Es decir, se puede expresar la fe en Dios, aceptar que Dios es Uno y el único creador y que toda la obediencia se le debe a El. Pero el considerar a otros distintos a Dios más significativos debido al beneficio que brindarían o considerar a los negocios, la familia y los antepasados más importantes, es caer en la idolatría plena. El sentido auténtico de la fe como se explica en el Corán es procurar el contento de Dios por sobre cualquier otra cosa. El afecto exhibido a otros distintos de Dios sólo es correcto si es un medio para obtener Su agrado. Quienes se sienten deudores de otros por alguna bendición recibida o los consideran sus protectores, en realidad son idólatras, puesto que es sólo El Quien concede todo tipo de sustento, Quien alimenta, protege y alberga a todos los seres vivientes, Quien cura al enfermo y devuelve la salud a través del médico. Resulta ilógico, desde este punto de vista, centrar la esperanza únicamente en el médico, porque éste no puede curar si no es por la Voluntad de Dios. Aquél que recupera la salud debería ver al médico como una persona a través de la cual Dios le restaura la salud y, en consecuencia, agradecerle. Pero siempre debe tener en cuenta que el mayor reconocimiento es para Dios, puesto que es quien realmente le cura. De lo contrario estaría adscribiendo un atributo de Dios a un ser humano y por lo tanto asociándolo a El. Todos los musulmanes deberían evitar estrictamente la idolatría oculta, es decir, poner a cualquier otro ―amigos, confidentes o protectores― por encima de Dios.