Todo ser humano que lee el Corán y permite que albergue en su corazón y alma, que considera todo lo que le sucede y todo lo que le rodea desde la perspectiva del creyente, y que toma a Dios como su único amigo, tiene la capacidad para percibir los secretos revelados en el Corán. Nada, significativo o no, sucede por casualidad. Nada se presenta como producto del azar. Detrás de cada evento yace un propósito divino. Si la gente es sincera y siempre se vuelve a Dios, puede captarlos.
Quien advierte los secretos coránicos se acerca más a Dios y consolida la amistad con El. Comprende mejor a su Señor, el creador de los cielos y de la tierra, aprecia mejor Su potestad, sabiduría y conocimiento. Comprueba que no hay ningún amigo o protector fuera de Dios y siente el goce de ver y comprender la sapiencia y claves que Dios establece en todas las cosas y en todo momento. Dios revela más secretos de Su creación a quien tiene esa capacidad de percepción. Y aunque se presenta como una persona más del montón para otras, en realidad Dios prepara algo extraordinario para ella en cada instante. Dios exhibe todo ello a cualquiera que sinceramente quiere contemplar Su sabiduría y los secretos en Su creación. Dice el Corán:
He aquí (es decir, en este Corán) un comunicado para gente que rinde culto a Dios. (Corán, 21:106) | ||