Una de las principales diferencias entre los musulmanes que viven conforme a las enseñanzas del Corán y los que rechazan a Dios es ésta: la sabiduría que Dios otorga a los que usan su conciencia y veneran a Dios. (Para una descripción detallada consultar el libro de Harun Yahya La verdadera sabiduría según el Corán) Gracias a esta sabiduría, los creyentes se dan cuenta inmediatamente de los motivos que subyacen tras las cosas que ocurren, mientras que los ateos y los que son incapaces de comprender la verdad las contemplan como casualidades sin sentido.
Desde el momento en que un creyente se despierta por la mañana sabe que hay (como Dios lo denomina en el Corán) un “mensaje” en cada experiencia que tiene a lo largo del día. La palabra “mensaje” se aplica a esos eventos que son una prueba clara de la existencia, unidad y atributos de Dios – y también es el nombre de un versículo del Corán. Otra idea de significado similar es “los hechos que conducen a la fe”. Se puede definir como esos hechos que llevan a una persona hacia la fe y, al mismo tiempo, hacen que ésta aumente, crezca y se haga fuerte. Pero sólo aquellos que se vuelven sinceramente a Dios pueden reconocer estos “mensajes” y hechos que conducen a la fe. La aleya 19 del sura La casa de Imrán es un ejemplo:
Verdaderamente, en la creación de los cielos y de la tierra, y en la sucesión de la noche y el día hay, ciertamente, mensajes para todos los dotados de perspicacia. (Sura La casa de Imrán 3: 190)
Para aquellos que tienen fe y viven de acuerdo con las enseñanzas del Corán, cada nuevo día está lleno de pruebas de la existencia de Dios y de hechos que conducen a la fe. Por ejemplo, el abrir los ojos y comenzar el día es una de las bendiciones de Dios hacia la humanidad y uno de dichos hechos que conducen a la fe y sobre los que se debe reflexionar. Permanecemos inconscientes durante la noche y todo lo que podemos recordar de las largas horas de sueño son unos recuerdos borrosos que duran de 3 a 5 segundos. Durante ese tiempo, no se tiene conexión con este mundo. El cuerpo y el espíritu se separan y este tiempo, durante el que pensamos que estamos dormidos, en realidad es un tipo de muerte. Dios revela en el Corán que se lleva a los humanos mientras duermen.
[Únicamente] Dios [tiene este poder- Él] es quien hace morir a todos los seres humanos en el momento de su muerte [corporal], y [hace que estén como muertos], mientras duermen, a aquellos que aún no han muerto: así retiene Él a aquellos para los que ha decretado la muerte, y remite a los otros hasta un plazo fijado [por él]. (Sura Las multitudes 39: 42)
Y É les quien os hace estar [como] muertos por la noche y conoce lo que hacéis durante el día; y os devuelve a la vida cada día para que se cumpla un plazo fijado [por Él]. (Sura El ganado 6: 60)
En esta aleya, Dios dice que nos lleva mientras dormimos, pero nos devuelve hasta que llegue la hora de nuestra muerte. Mientras duerme, una persona pierde en parte su conciencia del mundo exterior. Despertar de la “muerte” que es el sueño a la conciencia y al mismo estado en el que se estaba el día anterior y ser capaces de ver, oír y sentir perfectamente bien es un milagro que deberíamos tener en cuenta. Una persona que se va a la cama por la noche no puede estar segura de si estas bendiciones incomparables se le otorgarán de nuevo por la mañana. Y nunca podremos estar seguros de si nos enfrentaremos a algún tipo de desastre o de si nos despertaremos en buena forma.
Un creyente que comienza un nuevo día piensa en todo esto y le da gracias a Dios por protegerle con Su gran misericordia y amparo. Comienza el nuevo día como si fuese una oportunidad que Dios le concede para que gane Su favor y logre el Paraíso. Desde el momento en que abre los ojos cuando amanece por la mañana, dirige sus pensamientos hacia Dios y comienza el día con una sincera oración, la oración del alba (salat al-fayyr) en el Islam. Durante el día, se conduce sabiendo que Dios le está observando y trata de obtener Su aprobación obedeciendo Sus mandatos y consejos. Estableció un estrecho vínculo con Él y empezó el día con la oración del alba. Así será poco probable que Le olvide durante el transcurso de la jornada, o que ignore Sus prohibiciones; se comportará sabiendo que Dios le está poniendo a prueba en este mundo.
Alguien que piensa en Dios sinceramente recibe ayuda para darse cuenta de que debe reflexionar con detenimiento sobre los dones que se le han concedido y que no otro sino Dios tiene ese poder. En el Corán, nuestro Señor dice que las personas debemos meditar sobre este asunto:
Di: “¿Qué os parece? Si Dios os privara del oído y de la vista y sellara vuestros corazones – ¿qué deidad sino Dios podría devolvéroslos?” (Sura El ganado 6: 46)
Indudablemente, es Dios Todopoderoso y Omnisciente quien hace del sueño un tiempo de descanso para los seres humanos y les restituye Sus dones por la mañana. Aquellos que lo saben, sienten la proximidad de Dios desde el momento en que comienzan el día y están contentos con dichos dones.
Por el contrario, los que rechazan la religión y rehúsan considerar esta realidad nunca tienen plena conciencia de los mismos ni experimentan el gozo de los creyentes. Por lo general, tienen dificultades para dejar la comodidad de sus camas por la mañana temprano y se estresan a causa de la angustia que les produce enfrentarse al nuevo día. Algunos sufren ansiedad y depresión cuando piensan en lo que tienen que hacer cada mañana. No quieren abandonar su lecho, se debaten entre levantarse o quedarse en cama un minuto más. Una de las características de este tipo de personas es su irritabilidad, estrés y tristeza al levantarse.
Los ateos no disfrutan del placer que supone beneficiarse de los dones que Dios otorga; desde el momento en que se levantan vuelven a la monotonía de hacer lo mismo día tras día. Existe otro tipo de personas que no se dan cuenta de que puede que el nuevo día sea la última oportunidad que Dios les ha dado: se disponen a empezar el día con presteza, ávidos por hacer más dinero, por presumir ante otros de sus posesiones o apariencia, para llamar la atención de los demás y para que les admiren.Los que ignoran los hechos que Dios ha revelado en el Corán puede que empiecen el día a su manera, pero les une una común falta de conocimiento de cómo se comportan: no tienen en cuenta que Dios les ha creado, que tienen la responsabilidad de servirle y de obtener Su aprobación y que puede que el nuevo día sea su última oportunidad de cumplir sus obligaciones para con Él. Dios revela la situación en que se encuentran con estas palabras:
Se acerca a los hombres su ajuste de cuentas: pero ellos siguen obstinadamente despreocupados [de su llegada]. (Sura Los profetas 21: 1)
Está claro que los que viven inmersos en este error han cometido una grave equivocación. No debemos olvidar que cada mañana puede ser el principio del último día de nuestra vida terrenal. La muerte puede llegar en cualquier momento debido a un accidente de tráfico, a una enfermedad inesperada o a otro incontable número de causas. Entonces, como ya hemos dicho, debemos pensar en qué debemos hacer al enfrentarnos al nuevo día para lograr la aprobación de Dios.
İnsanın sabah uyandığında vücudunda meydana gelen değişiklikler birçok hikmet içerir. Hiç istememesine rağmen yüzü şişmiş, saçları kirlenmiş, vücudunda ve ağzında istenmeyen kokular meydana gelmiştir. Aynada gördüğü şişmiş yüzü, dağınık ve bakımsız hali ona ne kadar aciz olduğunu gösterir.
Existen diferentes razones para los cambios que nuestro cuerpo experimenta cuando nos levantamos por la mañana. La cara se hincha, el pelo está sucio, el cuerpo despide un olor desagradable y la boca sabe mal. La hinchada cara que vemos en el espejo y nuestra descuidada apariencia demuestran lo dependientes que somos. Todos debemos lavarnos la cara y los dientes y peinarnos por la mañana. Para alguien que sigue las enseñanzas del Corán, esto le recuerda que no es diferente del resto de la gente y que Dios es el único que no tiene imperfecciones.
Además, cuando alguien que de verdad cree en Dios se mira en el espejo y se siente incómodo con lo que ve, comprende mejor que no puede lograr ser bello por sus propios medios.
Se deduce que Dios ha creado a Sus siervos con algunas imperfecciones para recordarles su dependencia de Él. El hecho de que el cuerpo y el ambiente que nos rodea se ensucien en tan poco tiempo es un ejemplo de lo dicho. Sin embargo, Dios nos ha mostrado la manera de solventar estas imperfecciones y nos ha bendecido con el jabón y el detergente. Nos lo dice en el Corán:
Y, ciertamente, con cada dificultad viene la facilidad: ¡realmente, con cada dificultad viene la facilidad! (Sura La apertura del pecho 94: 5-6)
Los creyentes son los únicos dotados de entendimiento para darse cuenta del secreto que subyace en la creación de ciertos dones y para dar gracias a Dios por ellos.
Mientras el creyente se lava, ya sea por la mañana o en el transcurso del día, da gracias a Dios por los productos que le ha proporcionado para su aseo. Como sabe que Dios ama la pulcritud y la gente aseada, ve el lavarse como un acto de adoración hacia Él y espera obtener Su complacencia. Obedece de buena gana lo que le ha mandado hacer en las aleyas 4 y 5 del sura El arropado:
En la siguiente aleya revelada sobre los hechos sucedidos durante la batalla de Badr, Dios dice que envía agua del cielo para que nos limpiemos y para cubrir otras necesidades.
[Recuerda] cuando Él hizo que se adueñara de vosotros una clama interior, como una garantía Suya, e hizo descender sobre vosotros agua del cielo para purificaros con ella y liberaros de los susurros de Satán, fortalecer vuestros corazones y afirmar así vuestros pasos. (Sura El botín 8: 11)
El agua es el elemento esencial que necesitamos para limpiar nuestros cuerpos, posesiones y casas. Además de ser capaz de limpiar la suciedad visible y las bacterias invisibles, el agua también tiene el don de ayudar a relajarnos. Cuando vertimos agua sobre nuestro cuerpo, ésta puede dispersar la electricidad estática que hace que nos fatiguemos y nos sintamos mal. No podemos ver la electricidad estática que rodea nuestro cuerpo, pero a veces se deja notar haciendo un ruido parecido a un chisporroteo cuando nos quitamos el jersey, un débil calambre cuando tocamos algo o cuando nos peinamos. Al lavarnos, nos deshacemos de la acumulación de este tipo de electricidad y el resultado es que nos sentimos ligeros y a gusto. El frescor del aire después de la lluvia también es consecuencia de que el agua ha limpiado el aire de dicha electricidad.
A Dios le agrada que nos aseemos y nos acicalemos. En unas cuantas aleyas del Corán se alude a la limpieza física de la gente que habita el Paraíso.
Dios dice que: "… y serán atendidos por jóvenes [inmortales, que son como hijos] suyos, [puros] como perlas ocultas." (Sura El monte Sinaí 52: 24), y en otras aleyas que hay "esposas puras" para los moradores del Paraíso. (Sura La vaca 2: 25; Sura La casa de Imrán 3: 15; Sura Las mujeres 4: 57)
Algunas personas sólo dan importancia al aseo cuando están con los demás o cuando quieren agradar; no les importa su apariencia ni limpieza cuando no están con otros. Pensar que es normal andar por casa hasta la tarde sin lavarse, con la cara sucia y mal aliento, mal vestidos, con la cama sin hacer y las habitaciones sucias es consecuencia de una lógica equivocada.
Sin embargo, Dios anima a los musulmanes a que creen un ambiente bueno y limpio y les ordena que mantengan la mayor limpieza en todo, desde la comida y la ropa hasta los lugares en los que viven.
¡Oh gentes! Comed de lo lícito y bueno que hay en la tierra. (Sura La vaca 2: 168)
Te preguntarán qué les está permitido. Di: “Os están permitidas todas las cosas buenas de la vida”. (Sura El ágape 5: 4)
… [el Profeta] que les ordenará la conducta recta y les prohibirá la conducta inmoral, y les hará lícitas las cosas buenas de la vida y les prohibirá las malas… (Sura La facultad del discernimiento 7: 157)
Y, he ahí, que hicimos del Templo un centro al que la gente pudiera acudir una y otra vez, y un lugar de refugio: tomad, pues como lugar de oración el lugar en el que Abraham se situaba. Y encomendamos esto a Abraham e Ismael: “Purificad Mi Templo para los que han de dar vueltas en torno a él, los que permanecerán en retiro junto a él y los que se inclinarán y se postrarán [en oración]”. (Sura La vaca 2: 125)
…[Los otros] respondieron: “Hemos permanecido así un día, o parte de un día.” Dijeron [quienes poseían mayor comprensión]: “Sólo vuestro Sustentador sabe cuanto tiempo habéis permanecido así. Que vaya uno de vosotros a la ciudad con estas monedas de plata y que averigüe cual es el alimento más puro allí, y os traiga provisión del mismo.” (Sura La cueva 18: 19)
… compasión y pureza; y fue [siempre] consciente de Nosotros (Sura María 19: 13)
Mientras que el modo de vida de la gente ignorante les conduce a vivir en ambientes incómodos e insalubres, los musulmanes, siguiendo las enseñanzas del Corán, llevan una buena vida en este mundo. Los ignorantes crean ambientes molestos para ellos y para los que les rodean, mientras que los musulmanes habitan en lugares saludables y tonificantes, donde todos pueden vivir confortable y tranquilamente.
En resumen, conforme a las enseñanzas del Corán, los creyentes no se lavarán ni asearán por lo que dirán los demás, sino porque es lo que Dios quiere y, naturalmente, porque es lo que les hace sentir más cómodos. Al limpiar el lugar en el que viven, experimentan una gran alegría por crear un ambiente en el que otra gente se siente a gusto; en lo que se refiere a la limpieza, no muestran la menor laxitud y hacen todo lo posible para estar limpios y aseados.
Mientras que un creyente decide la ropa que va a llevar durante el día y se viste, se da cuenta de un hecho importante: el vestido es uno de los incontables dones de Dios y hay una buena razón para su existencia. Todo el mundo se beneficia de esto, pero sólo los musulmanes que viven según las enseñanzas del Corán saben que el vestido es una bendición que Dios nos otorga y le da gracias por ello.
La ropa hace que los creyentes recordemos que los seres vivos son el origen de la lana, el algodón y la seda. La ropa que usamos a diario se obtiene de plantas y animales que son maravillas de la creación. Es decir, si Dios no hubiese dotado a ciertos seres vivos de la capacidad de proporcionarnos desde los vestidos más básicos a los más lujosos, no existirían estas materias primas.
A pesar de que la gente lo sabe, algunos intentan ignorarlo o, a causa de lo equivocado de su actitud, no aprecian los bienes de los que disponen. Puesto que cuentan con la ropa que necesitan desde el momento en que nacen, esto se ha convertido en un hábito para ellos. Este hábito hace que no se den cuenta de que el vestido es una bendición y no dan gracias por él. Sin embargo, una de las razones por las que nuestro Señor nos otorga dones en este mundo es que le demos gracias por ellos. Por tanto, examinemos las razones por las que Dios creó la ropa para nosotros, comenzando por los beneficios que nos proporciona.
El vestido es como un escudo que protege nuestro cuerpo del frío, de los peligrosos rayos del sol y de otros peligros menores como cortes y golpes. Si no tuviésemos ropa, la delgada piel que cubre el cuerpo humano se dañaría a menudo a consecuencia de estos pequeños accidentes. Son dolorosos, una amenaza para la salud y la piel podría mostrar una apariencia lastimosa.
Nuestro Señor revela en el Corán otra razón para crear la ropa que nos protege:
¡Oh hijos de Adán! Ciertamente, hemos hecho descender para vosotros [el conocimiento de la confección de] vestidos para cubrir vuestra desnudez, y como adorno. (Sura La facultad del discernimiento 7: 26)
Como señala esta aleya, la ropa proporciona una apariencia mucho más agradable al ser humano, estéticamente hablando.
Está claro que el vestido es una necesidad indispensable y un don extremadamente importante del que Dios nos ha dotado para nuestro uso. El creyente que tiene esto en cuenta será muy cuidadoso y escrupuloso en su uso, lo que indica que está realmente agradecido a Dios por los dones que le ha dado.
Otra cualidad del creyente, según las enseñanzas del Corán, es la moderación a la hora de gastar el dinero, lo que también se aplica a la compra de ropa. Se provee de los artículos que necesita, los que le sientan bien y son prácticos. No malgasta el dinero en gastos superfluos. La aleya siguiente realza este hecho:
Y los que, cuando gastan en los demás, no son ni extravagantes ni tacaños sino [recuerdan] que existe siempre un término medio entre esos [dos extremos]. (Sura El criterio de la verdad 25: 67)
El cuidado con el que una persona que vive conforme a las enseñanzas del Corán viste no se limita a lo dicho. Por ejemplo, además de utilizar ropa limpia, un creyente con valores tendrá cuidado a la hora de vestir apropiadamente de acuerdo con la ocasión. Como dice el Corán, el vestido es agradable a la vista (sura al-A’raf 26). Existen ejemplos de cómo vestía nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, y sus recomendaciones sobre este tema en los hadices que han llegado hasta nosotros:
“Come lo que quieras y ponte lo que te apetezca siempre que evites dos cosas: la extravagancia y la vanagloria”- (Maulana Muhammad Manzoor No'mani, Hadiz Ma'ariful)
Aquí tenemos más información sobre cómo vestía nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él:
“Siempre que una delegación llegaba para encontrarse con el Mensajero de Dios, éste se ponía sus mejores ropas y decía a sus Compañeros que hicieran lo mismo”. (Hadiz Tabaqat, Volumen 4, Número 346)
Cuando uno de sus compañeros no le daba importancia a su apariencia y se descuidaba en el vestir, nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, le advertía inmediatamente. El siguiente ejemplo es uno de los que nos ha llegado:
“El Mensajero de Dios se encontraba en la mezquita cuando entró un hombre despeinado y con la barba sucia.
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le señaló, indicándole que debería arreglarse el pelo y la barba.
El hombre se fue y lo hizo, y luego volvió.
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: “¿No es mejor esto que venir despeinados?”
(“El camino fácil” (Al-Muwatta), Volumen 2, número 949, Imam Malik.)
En el Corán, Dios dice que el vestido y los adornos se encontrarán entre los mejores dones del Paraíso. Algunos de ellos se mencionan en las siguientes aleyas:
[Por el contrario,] ciertamente, Dios hará entrar a los que llegan a creer y hacen buenas obras en jardines por los que corren arroyos, en los que serán adornados con brazaletes de oro y perlas, y sus vestidos serán de seda. (Sura La peregrinación 22: 23)
… vestidos de seda y brocado, unos enfrente de otros. (Sura El humo 44: 53)
Llevarán vestiduras verdes de seda y brocado; y serán adornados con brazaletes de plata… (Sura El hombre 76: 21)
En estas aleyas, nuestro Señor habla de vestidos de seda y ricos brocados, y adornos de oro, plata y perlas. Los ornamentos de este mundo son similares a los del Paraíso y, para una persona que tiene fe, el verlos (ya los tenga o no) es un modo de contemplarlo y desear aún más ir allí. Un creyente se da cuenta del propósito que subyace en la creación de todas estas cosas y de que los dones de este mundo son transitorios. Los únicos que durarán por siempre son los de la otra vida.
[Pero,] ciertamente, a quienes llegan a creer y hacen buenas obras – en verdad, no dejamos sin recompense a nadie que persevere en hacer el bien: esos tendrán jardines de felicidad perpetua – [jardines] por los que corren arroyos – en los que serán adornados con brazaletes de oro y llevarán vestidos verdes de seda y brocado, [y] estarán allí reclinados en divanes: ¡qué hermosa recompensa, y qué excelente lugar de reposo! (Sura La cueva 18: 30-31)
Una de las cosas que una persona que vive de acuerdo con las enseñanzas del Corán y la Sunna debe considerar acerca del vestido es que la apariencia exterior es muy importante cuando se establecen relaciones con los demás. Por esta razón, un creyente prestará más atención a lo que lleva puesto cuando invita a otros a aceptar el din (modo de vida islámico) del Corán. Estará impaciente por vestir ropa limpia que sea modesta y adecuada para él. Esto demuestra que acata fervorosamente los mandatos de Dios y que respeta a los demás.
Sólo los que viven según las enseñanzas del Corán son tan considerados con la psicología de una persona y cuidadosos de ser tan efectivos como puedan al hablarle de la salvación eterna como lo son con la ropa que llevan.
En conclusión, alguien que tiene fe y que tiene a nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, como ejemplo, siempre utiliza ropa limpia, bien cuidada y bonita; hacer esto le agrada e intenta obtener la aprobación de Dios.
Todo creyente al que Dios le ha dado la capacidad de pensar y comprender sabe que, cuando va a la cocina a prepararse el desayuno por la mañana, las bendiciones que suponen la comida y la bebida son hechos que conducen a la fe.
Por ejemplo, el fuego que usa para cocinar le puede ocasionar mucho daño; también tiene la capacidad de destruir. Pero el calor es un requisito para hacer que los alimentos sean comestibles y, bajo este punto de vista, es un gran don. Es decir, como todo lo demás en esta Tierra, el fuego se ha puesto al servicio de los seres humanos. Dios dice en el Corán:
Y ha puesto a vuestro servicio, [como un regalo] procedente de Él, todo cuanto hay en los cielos y en la tierra. (Sura Arrodillada 45: 13)
Además de esto, para el creyente, el fuego es un recordatorio en esta vida de los sufrimientos del infierno. Al describir en el Corán a aquellos que irán al infierno, Dios menciona un fuego violento. En unos pocos versículos, describe los sufrimientos del fuego que ha creado para los que Le rechazan:
[Será] un Día en que serán probados duramente con el fuego. (Sura Los vientos que arrastran 51: 13)
El fuego les chamuscará el rostro, y allí permanecerán, contraídos sus labios por el dolor. (Sura Los creyentes 23: 104)
Y los que se niegan a creer en Dios y en Su Enviado - ¡realmente, hemos preparado para todos los que niegan la verdad un fuego abrasador! (Sura La victoria 48: 13)
Cuando los creyentes que tienen una fe profunda piensan en este violento fuego del infierno, crece su temor de Dios y le rezan y se refugian en Él. De este modo, las pequeñas cosas cotidianas les sirven de recordatorios de los asuntos fundamentales, y esto supone una parte muy importante de la práctica de un creyente.
Una persona que piensa sinceramente y sin prejuicios en los alimentos que toma para desayunar encontrará en ellos muchos recordatorios. El sabor y el olor del pan, la miel, el queso, los tomates, el té y el zumo de frutas, su valor nutricional y la variedad de sus colores, la paz y las bendiciones de Dios sean con él son bendiciones. Todos ellos proporcionan las proteínas, los aminoácidos, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y fluidos que el cuerpo necesita. Para llevar una vida sana, tenemos que alimentarnos adecuada y regularmente, pero no es algo que nos resulte difícil, sino que disfrutamos con ello. Las frutas, verduras, cereales y pasta cubren nuestras necesidades alimenticias, a la vez que nos resulta algo agradable.
En realidad, todo lo que acabamos de mencionar es conocido por cualquiera y es algo con lo que hemos vivido desde que nacimos, pero la mayoría de nosotros no reflexiona sobre lo que nuestro Señor nos ha proporcionado para nuestro día a día. Es algo que damos por sentado y que no valoramos en su justa medida.
Sin embargo, toda esta deliciosa comida y bebida nos proporciona variedad de beneficios para nuestro cuerpo, siendo cada uno de ellos una maravilla de la creación. Por ejemplo, una abeja que sólo pesa unos pocos gramos fabrica miel. Por las vitaminas y minerales que contiene y por sus características estructurales, la miel es salud y cura para los seres humanos. En el Corán, Dios dice que Él inspiró estas propiedades de la miel y el trabajo que realiza la abeja:
Y [considera cómo] tu Sustentador ha inspirado a la abeja: “Establece tus viviendas en las montañas y en los árboles, y en lo que [los hombres] construyan [para ti a modo de colmenas]; y luego come de toda clase de frutos, y sigue con humildad los caminos señalados para ti por tu Sustentador.” [Y, he ahí, que] de sus vientres sale un líquido de variados tonos, que contiene una cura para los hombres. ¡Ciertamente, en todo esto hay en verdad un mensaje para la gente que reflexiona! (Sura La abeja 16: 68-69)
Un creyente que reflexiona sobre la fabricación de la miel se da cuenta del milagro de la creación que la misma supone. Inmediatamente comprende que ni las flores de los árboles frutales que proporcionan la materia prima para elaborar la miel y cuyo néctar transforman las abejas, ni la misma maravillosa miel, podrían existir por azar. Esto hace que se acerque más a Dios.
Además, la obediencia absoluta que la minúscula abeja profesa a nuestro Señor es otro hecho que lleva a tener fe. El creyente comprende que es gracias a la inspiración de Dios que la abeja, que no posee inteligencia ni conciencia tal y como nosotros la entendemos, trabaja sin cesar y con perfecta disciplina para llevar a cabo estas maravillosas funciones.
La importancia de la carne, la leche, el queso y otros productos animales como bendiciones para la humanidad provenientes de Dios se anuncian en el Corán:
Y, ciertamente, en el ganado hay [también] en verdad una lección para vosotros: os damos a beber de esa [leche] que hay en sus vientres; y obtenéis de él muchos [otros] usos: os alimentáis de su carne… (Sura Los creyentes 23: 21)
Y se menciona "que hay en sus vientres", mientras se nos informa de los beneficios que obtenemos de los animales. Por ejemplo, algunos de los restos del proceso digestivo por el que atraviesa la comida que ha tomado una vaca, del agua que ha bebido, de la sangre que ha circulado por sus venas y sus órganos internos. De hecho, es un milagro que un líquido de olor tan agradable, limpio y blanco como es la leche, tan beneficiosa para la salud del hombre, provenga de una mezcla tan compleja. Además de esto, se produce en las condiciones más saludables a pesar de que está situada en una zona que contiene material de desecho.
Otro indicio de la suprema sabiduría de Dios es el hecho de que la única materia prima que sirve para hacer la blanca leche es la verde hierba. Pero los animales que dan leche elaboran un líquido blanco de un material duro y verde gracias a un maravilloso sistema que Dios ha creado en sus cuerpos. En el Corán, nuestro Señor nos cuenta de qué está hecha la leche:
Y, ciertamente, en el Ganado [también] hay en verdad una lección para vosotros: Os damos a beber de ese [líquido] que es [segregado de] dentro de sus vientres entre lo que ha de ser eliminado [del cuerpo del animal] y [su] sangre: leche pura y agradable a quienes la beben. (Sura La abeja 16: 66)
Como sabemos, la leche es un alimento muy rico en sustancias que el cuerpo humano necesita; es un líquido que juega un papel vital en la alimentación de niños y adultos.
Otro alimento que proviene de los animales, pequeño en sí mismo pero con un alto valor nutricional, es el huevo. La formación de este almacén de proteínas, vitaminas y minerales resulta otro milagro. Una gallina, que tiene poco conocimiento, pone huevos todos los días y los protege con un maravilloso envoltorio. Pensar en cómo la cáscara de un huevo está tan maravillosamente formada alrededor del fluido que contiene o cómo se ha colocado dentro este fluido aunque no tiene cubierta, aumenta la admiración del creyente ante el arte creativo de Dios.
Varias bebidas, que algunos consideran indispensables a la hora de desayunar, provienen de las plantas. Después de que las hojas de estas plantas hayan sufrido diversos procesos, se convierten en zumos de agradable olor. Las miles de otras clases de plantas que crecen en el mismo suelo muestran el infinito poder, sabiduría y misericordia de Dios, que las creó. Como dice nuestro Señor en el Corán:
Y es Él quien ha creado los huertos cultivados y los silvestres – y la palmera, los cultivos de variadas cosechas, el olivo y el granado: ¡[todos] semejantes entre sí y sin embargo tan distintos!… (Sura El ganado 6: 141)
Un creyente se da cuenta de que Dios le está poniendo a prueba y de que todo en la vida es transitorio.
Dios nos concede bendiciones incontables creadas para que comamos. Él examina en esta Tierra a los seres humanos por medio de la riqueza y la pobreza. Está contento con aquellos que muestran excelentes cualidades morales cuando se les pone a prueba con ambas y revela en el Corán que recibirán los innumerables dones del Paraíso. Por ejemplo, algunas personas disfrutan de un estupendo desayuno, mientras que para otras consiste en algo muy frugal. Sin embargo un creyente, tenga dinero o no, siempre se comportará de manera que agrade a Dios y le dará gracias con sinceridad. Si es rico, no alardeará de ello ni será arrogante. Si es pobre, no se angustiará ni sentirá lástima de sí mismo.
Un creyente se da cuenta de que Dios le está poniendo a prueba y de que todo en la vida es transitorio. El Corán dice que Dios examinará a los seres humanos por medio del bien y el mal. "y os ponemos a prueba tentándoos [a todos] por medio de lo malo y lo bueno [de esta vida]: y todos habréis de retornar a Nosotros" (Sura Los profetas 21: 35) Por este motivo, una persona que vive conforme a las enseñanzas del Corán sabe que no son los dones que ha recibido sino su actitud hacia ellos lo que le conseguirá la recompensa a ojos de Dios. Incluso aunque no tenga dinero, un creyente da gracias a Dios de corazón. En el Corán, Dios revela que incrementará los dones de quienes le den gracias con sinceridad y determinación y le recuerda al desagradecido que los sufrimientos del infierno son terribles:
Y [recordad] cuando vuestro Sustentador os anunció [esta promesa]: “¡Si sois agradecidos [a Mí], ciertamente, os daré aún más; pero si sois desagradecidos, en verdad, Mi castigo será realmente severo!" (Sura Abraham 14: 7)
Alguien que tiene en cuenta las pruebas de la perfecta creación que le rodea, así como las razones que subyacen en la creación de los alimentos, también ve las intenciones divinas en la estructura y el trabajo de la boca creada para comerlos con facilidad. Para que una persona pueda alimentarse, su comida, labios, dientes, lengua, mandíbula, glándulas salivares y millones de células trabajan juntos en perfecta armonía. Todo está perfectamente orquestado para que las diversas funciones se puedan llevar a cabo al mismo tiempo sin ningún problema. Los dientes parten la comida en trozos y la lengua la empuja continuamente entre ellos para que la mastiquen. Con sus fuertes músculos, la mandíbula ayuda a los dientes a masticar mientras que la persona que come mueve la lengua de la manera apropiada. Los labios actúan como una puerta de seguridad para evitar que la comida caiga de la boca.
Además de esto, las partes que componen estos órganos trabajan juntas en perfecta armonía. Por ejemplo, los dientes, con arreglo a su localización y estructura, cortan la comida en trozos y la mastican. Todos los dientes están ordenados y colocados en sus lugares según la función que cumplen; cada uno de ellos crece y alcanza un cierto tamaño para poder trabajar en cooperación con el diente contrario. Ciertamente, estos órganos no poseen conciencia ni inteligencia; no pueden decidir por sí mismos cooperar entre ellos. Y la excelente organización que hemos descrito arriba brevemente no puede tener lugar por casualidad. Cada parte está hecha exactamente como debe ser para lograr su objetivo. No hay duda de que este maravilloso diseño proviene de nuestro Señor que "es Él quien crea cada cosa y determina su naturaleza conforme a [Su] designio." (Sura El criterio de la verdad 25: 2). Dios ha credo todas estas cosas para que los seres humanos puedan alimentarse con facilidad y beneficiarse y que les sea agradable hacerlo.
Otro asunto importante sobre el que reflexiona un creyente es el hecho de que puede percibir los olores de la comida que se está preparando en la cocina y que la puede probar sin esfuerzo. Esto es posible gracias a las maravillosas facultades que posee. Los sentidos del gusto y del olfato, que no disminuyen en ningún momento de su vida, funcionan perfectamente; no han tenido que ser entrenados para trabajar con tanta efectividad y tampoco son conscientes del trabajo que realizan.
Si una persona no tuviese el sentido del gusto, los sabores de la carne, el pescado, la sopa, la ensalada, la fruta, la bebida y la mermelada no tendrían sentido para él. Además, su sabor no sería agradable; no tendrían sabor alguno, serían insípidos y desagradables y trastornarían nuestro estómago. No hay duda de que los sabores y la facultad de percibirlos se ha creado especialmente para los seres humanos. Sería un gran error no darse cuenta de esto por la insensibilidad que crea el hábito. El Corán revela que Dios creó alimentos buenos y sanos para las personas:
Dios es quien ha hecho de la tierra un lugar de descanso para vosotros y el cielo como bóveda, y os ha formado – y ha perfeccionado vuestra forma- y os da sustento de las cosas buenas de la vida. Ese es Dios, vuestro Sustentador: ¡bendito es Dios, el Sustentador de todos los mundos! (Sura Que perdona 40: 64)
Sin duda, para la gente que piensa, cada sabor es una manera de apreciar correctamente a Dios, de recordarle con gratitud, de alabarle y de darle gracias. El creyente sabe que la deliciosa y variada comida y bebida provienen de Dios; piensa en ello siempre que se sienta a la mesa y da gracias por ello a nuestro Señor. Dios dice en el Corán:
Y [sin embargo,] tienen un signo [de Nuestro poder para crear y resucitar] en la tierra muerta a la que hacemos revivir, y de la que hacemos salir el grano del que se alimentan; y [como] hemos puesto en ella palmerales y viñedos, y hacemos brotar manantiales en ella, para que coman de sus frutos, aunque no fueron sus manos las que los crearon. ¿No van, pues, a ser agradecidos? (Sura Oh tú, ser humano 36: 33-35)
¿No ven, pues, que por ellos hemos creado, entre las cosas que han obrado Nuestras manos, los animales domésticos de los que [ahora] son dueños? - ¿y que los hemos sometido a la voluntad del hombre, de forma que algunos les sirven de montura y de otros se alimentan, y obtienen de ellos [muchos otros] beneficios, y [leche] para beber? ¿No van, pues, a ser agradecidos? (Sura Oh tú, ser humano 36: 71-73)
Algunas personas no creen que sea importante reflexionar sobre algunos hechos extremadamente importantes, incluso aunque hayan consumido alimentos deliciosos y olorosos que han satisfecho sus necesidades a lo largo de toda su vida. Ignoran el hecho de que Dios ha creado estas incomparables bendiciones para ellos y que deberían dar gracias a Dios por proporcionárselos. Esta actitud resulta bastante errónea; no deberían olvidar que en la otra vida se les preguntará si han dado gracias a Dios o no.
Un creyente sabe que Dios le ha dado su cuerpo en fideicomiso, que es responsable de cuidar de este incomparable don lo mejor que pueda y por ello debe nutrirlo de manera sana. Sabe que para llevar a cabo sus tareas debe estar sano y lo suficientemente alimentado con una dieta equilibrada. Sabe que su cuerpo debe tener toda la comida que necesita para desarrollar sus 100 trillones de células, para que se renueve y funcione correctamente. Por tanto, ya sea en el desayuno o en cualquier otro momento del día, debe alimentarse con comida sana y alimentos naturales y evitar los perjudiciales aunque parezcan atractivos y deliciosos. No debe ser perezoso o descuidado en este sentido. Por ejemplo, sabe que el funcionamiento de sus órganos, la capacidad que su cuerpo tiene de liberar las toxinas y de sobreponerse a la fatiga y el cansancio dependen del agua (que mucha gente olvida beber con regularidad) y se preocupará de beber la cantidad suficiente a lo largo del día. Nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, pone de relieve la importancia del líquido elemento en diversas ocasiones.
Por ejemplo, durante un viaje se sentó en un lugar y pidió agua a los que tenía a su lado. Después de lavarse las manos y la cara y beber un poco, dio a sus acompañantes: "Verted un poco de agua en vuestras caras y pechos”. (Sahih al-Bukhari).
Nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, dijo después de beber agua: "Toda alabanza se debe a Dios, que la ha hecho deliciosa y dulce por Su gracia y que no la ha hecho ni salada ni desagradable”. (“Ihya Ulum ad-Din”, Imam Ghazali)
Las personas que han desayunado y se preparan para salir, esperan encontrarse con varios desafíos en sus lugares de trabajo, escuelas, etc.
Las personas que han desayunado y se preparan para salir, esperan encontrarse con varios desafíos en sus lugares de trabajo, escuelas, etc. La mayoría de la gente tiene aquello que necesita para superarlos antes de que acabe el día. Dios describe esta situación en el Corán:
Mientras que de día tus ocupaciones son muchas. (Sura El arropado 73: 7)
… y hace que cada [nuevo] día sea una resurrección. (Sura El criterio de la verdad 25: 47)
Un creyente se enfrenta al día que comienza como a una oportunidad de lograr el amor y la aprobación de Dios y de alcanzar el Paraíso para lo cual necesita esforzarse en realizar buenas acciones. No importa lo ocupado que esté, se esfuerza por no olvidar nunca buscar la aprobación de Dios. Toma como ejemplo la plegaria de Salomón, como se relata en la aleya 19 del sura Las hormigas, deseando que nuestro Señor le inspire cómo obrar a lo largo del día:
"¡Oh Sustentador mío! ¡Inspira en mí un agradecimiento continuo por esas bendiciones Tuyas con las que me has agraciado a mí y a mis padres, y para que obre rectamente [en una forma] que sea de Tu agrado; e inclúyeme, por Tu gracia, entre Tus siervos justos!" (Sura Las hormigas 27: 19)
Todo aquel que sale de casa de camino a la escuela o al trabajo se encuentra con mucha gente, cosas y sucesos en los que pensar. Todo lo que una persona ve existe en la sabiduría de Dios y ha llegado a ser realidad por Su voluntad y ocurre por una razón determinada. Por tanto, cuando un creyente mira al cielo teniendo esto en mente, se da cuenta de que todo ha sido creado maravillosamente. Comprende que la certeza de la siguiente aleya está ante sus ojos: "y [que] hemos hecho el cielo como una bóveda protegida…" (Sura Los profetas 21: 32)
La función del cielo como “escudo protector” proviene de su atmósfera, que rodea el globo y cumple esta función vital para que los seres humanos podamos vivir. La atmósfera filtra los peligrosos rayos para los seres vivos que llegan del espacio; volatiliza los meteoritos grandes y pequeños que se acercan a la Tierra y evita la amenaza que suponen para el mundo y las criaturas que lo habitan, y protege la Tierra de las temperaturas glaciales (aproximadamente unos 270 grados bajo cero) del espacio. Incluso aunque algunas personas no lo aprecian como deberían, Dios ha creado un ambiente ideal para nosotros y para protegernos de las amenazas que puedan venir de los cielos.
En el Corán, Dios revela que un creyente que observa el cielo comprende rápidamente la evidencia de que es una creación de lo más armoniosa y perfecta.
Aquel que ha creado siete cielos en perfecta armonía entre sí: no hallarás el menor fallo en la creación del Más Misericordioso. Mira de nuevo: ¿puedes ver alguna fisura? Sí, mira de nuevo, una y otra vez: [y cada vez] tu vista volverá a ti, deslumbrada y realmente vencida. (Sura La soberanía 67: 3-4)
Dios dice en el Corán que existen signos en la creación de los cielos y la Tierra para aquellos que los contemplan con fe.
¿Es que no contemplan el cielo que está sobre ellos – cómo lo hemos edificado y adornado, sin que haya en é defecto alguno? Y la tierra – que hemos extendido, y hemos puesto sobre ella firmes montañas, y hemos hecho crecer en ella toda clase de nobles especies, para iluminación y recuerdo de todo ser humano que se vuelve a Dios de buen grado. (Sura Qaf 50: 6-8)
Un creyente que vuelve su mirada de los cielos a la Tierra observará otra evidencia de su creación. Bajo la tierra sobre la que camina con seguridad hay una capa de roca ígnea increíblemente caliente llamada “magma”. Comparada con ella, la corteza terrestre es muy delgada, lo que significa que esta roca volcánica está casi bajo nuestros pies. Por tanto, el grosor de la corteza terrestre comparado con la misma Tierra se puede comparar al grosor de la piel de una manzana comparada con la misma manzana. Un creyente que tiene en cuenta estas cuestiones comprenderá una vez más que el mundo y todos los seres vivos que hay en ella existen gracias al perfecto equilibrio que Dios ha creado según Su voluntad, y que cada criatura continúa viviendo sana y salva por deseo de Dios.
Un creyente que reflexiona sobre lo que ve se dará cuenta de la belleza que le rodea y de las maravillas de la creación. Por ejemplo, puesto que son bendiciones de Dios, los pájaros del cielo, las frutas que decoran el escaparate de la frutería con sus atractivos colores y los maravillosos olores que despide la panadería significan algo para un creyente que otra gente no logra entender.
Un creyente que medita sobre las variadas e incontables evidencias que observa mientras pasea por la calle también prestará atención al modo en que se comporta. Por ejemplo, andará sin exageración u ostentación porque Dios anuncia en una aleya: "Camina con modestia…" (Sura Luqmán 31: 19) Una persona humilde obedece los dictámenes de Dios y, como en todas sus demás actividades, guarda un término medio en la forma de caminar. Esto es algo aceptable a los ojos de Dios y de los creyentes.
Los creyentes saben que Dios creó a los seres humanos y los dotó de todas sus características. Sin embargo, aquellos que no siguen las enseñanzas del Corán no aprecian este hecho y creen que las cualidades que poseen les pertenecen. Los que piensan que su belleza, riqueza, sabiduría y éxito les pertenecen se vuelven orgullosos y arrogantes. Y a causa de esta arrogancia, quieren demostrar su superioridad doblegando a otros. Esta actitud se refleja en el modo en que caminan así como en lo que dicen y hacen. Pero todos estamos indefensos ante la suprema sabiduría y poder de Dios y le necesitamos en todo momento. En el Corán, Dios nos avisa sobre esto y nos prohíbe ser arrogantes.
Y no apartes la mejilla de la gente por soberbia, ni camines por la tierra con arrogancia: pues, ciertamente, Dios no ama a quien, por presunción, actúa de forma jactanciosa. (Sura Luqmán 31: 18)
Y no camines por la tierra con arrogante presunción: pues, ¡ciertamente, nunca podrás hender la tierra, ni crecer tan alto como las montañas! (Sura El viaje nocturno 17: 37)
Todo aquel que vive de acuerdo con las enseñanzas del Corán se da cuenta de que es impotente, de que vive según la voluntad de Dios, y de que el único Señor del universo es el que le ha dado todo lo que posee. Y puesto que vive teniendo esto en cuenta, entiende todo lo que ocurre a su alrededor en términos del Corán.
Está claro que una persona no puede recorrer en un día una gran distancia a pie. Resulta sencillo caminar distancias cortas, y la capacidad de andar es una gran bendición que proviene de Dios. Pero no podemos viajar grandes distancias sólo a pie, nos cansamos y llega un momento en que no podemos seguir caminando. Dios sabe de esta flaqueza que tienen Sus siervos y por ello ha creado animales y vehículos para transportarlos y hacer fácil el transporte. Aquí tenemos algunos versículos del Corán relacionados con este don de Dios que muestra Su gracia, misericordia y compasión hacia Sus siervos:
Y llevan vuestras cargas a [muchos] lugares que [de otro modo] no podríais alcanzar sino con grandes esfuerzos por vuestra parte. ¡En verdad vuestro Sustentador es muy compasivo, dispensador de gracia! Y [es Él quien crea] los caballos, los mulos y los asnos para que os sirvan de montura y también por [su] belleza: y ha de crear aún cosas de las que [hoy] no tenéis conocimiento. (Sura La abeja 16: 7-8)
Y Él [es quien] os ha dado esos barcos y animales en los que montáis. (Sura Oro 43: 12)
¿No ves que es Dios quien ha puesto a vuestro servicio cuanto hay en la tierra, y los barcos que navegan por el mar a instancia Suya – y [que es Él quien] sujeta a los cuerpos celestiales [en sus órbitas], para que no caigan sobre la tierra si no es con Su venia? Ciertamente, Dios es muy compasivo con los hombres, dispensador de gracia. (Sura La peregrinación 22: 65)
Si usamos nuestra inteligencia, resulta obvio que Dios crea materiales tales como el hierro y el acero que tienen ciertas posibilidades e inspira a la gente cómo usarlos para hacer diferentes clases de vehículos. Es por deseo de Dios que la gente fabrique vehículos tales como coches, autobuses, trenes, barcos y aviones. Dios nos ha facilitado la forma de hacer viajes que de otro modo no podríamos haber sido capaces de realizar por nuestros propios medios. En respuesta a estas bendiciones, debemos recordar a Dios cuando nos montamos en estos vehículos, ensalzar Su nombre y darle gracias. Dios nos habla de esto en el Corán:
Y Él [es quien] os ha dado esos barcos y animales en los que montáis, a fin de que consigáis dominio sobre ellos, y una vez los hayáis dominado, recordéis las bendiciones de vuestro Sustentador y digáis: “Gloria a Aquel que ha puesto [todo] esto a nuestro servicio – pues [de no ser por Él] no habríamos podido lograrlo." (Sura Oro 43: 12-13)
Hoy en día el transporte es mucho más rápido y cómodo que en el pasado. Para una persona que vive según las enseñanzas del Corán, pensar en esto es una forma de acercarse a Dios y de darle sinceras gracias por los dones que nos concede.
Hoy en día el transporte es mucho más rápido y cómodo que en el pasado. Para una persona que vive según las enseñanzas del Corán, pensar en esto es una forma de acercarse a Dios y de darle sinceras gracias por los dones que nos concede.
Un creyente también piensa en Dios cuando sale de viaje. La persona que conduce a su lado, el modelo y color del coche, los otros coches y la gente que les rodea, sus movimientos, lo que lleva escrito la ventanilla trasera del vehículo que va delante, la hilera de edificios que hay en el camino, sus formas, ventanas, las vallas publicitarias y lo que anuncian, todo ha sido creado por Dios según Su decreto. Dios así lo manifiesta en la aleya siguiente:
Ciertamente, lo hemos creado todo en su justa medida y proporción. (Sura La luna 54: 49)
Dios creó las cosas que nos encontramos a lo largo de nuestra vida no sólo para un único individuo sino para cada una de los billones de personas que habitan la Tierra. Para alguien que vive según las enseñanzas del Corán, pensar en esto es una manera de saber que Dios está siempre a su lado y de que ve todos nuestros actos. El ser consciente de este hecho a lo largo de todo el día hace que ni los atascos, ni que un vehículo vire bruscamente delante suyo, ni ninguna otra dificultad que experimente altere su actitud de sumisión a Dios.
Algunas personas ven las pequeñas desgracias como grandes adversidades; se impacientan y a veces pierden el control, comportándose de modo irracional. El tráfico denso o un conductor despistado les hacen irritarse y empiezan a quejarse o gritar. No tienen paciencia cuando están en un atasco y lo demuestran continuamente tocando la bocina y molestando a los demás. La razón de tal comportamiento es que han olvidado que todo está bajo el control de Dios.
Para alguien que le ha dado la espalda a Dios, el transporte no es una bendición sino una molestia y un fastidio. Por ejemplo, los baches de la carretera, los atascos, una tormenta repentina, y muchas otras cosas ocuparán su mente durante todo el día. Pero estos pensamientos inútiles no le benefician ni en esta vida ni en la próxima. Algunas personas afirman que es la lucha diaria en este mundo lo que hace que no mediten sobre lo que les sucede. Debido al tiempo que emplean en satisfacer sus necesidades de alimento, casa y salud, aseguran no tener tiempo para pensar sobre la existencia de Dios o los signos que llevan a tener fe. Sin embargo, esto no supone más que una evasión de sus responsabilidades. Las obligaciones familiares y la posición en la que se encuentran no tienen nada que ver con el pensamiento. Una persona que, con el fin de obtener la aprobación de Dios, piensa en los signos que conducen a la fe, en el decreto de Dios, en la otra vida y en la muerte, y reflexiona sobre los dones con que nuestro Señor le ha bendecido en esta vida, tendrá a Dios de su lado. Verá como muchos de sus problemas se solucionan con facilidad y encontrará sin dificultad tiempo para pensar.
Un creyente nunca olvida que Dios ha creado cualquier situación a la que se enfrente durante el día. El propósito que subyace en ello es aprender a ser pacientes o a usar nuestras mentes para intentar resolver el problema de la forma que más agrade a Dios. Si hay una cuestión que no se pueda resolver a través de nuestro esfuerzo personal, entonces lo único que tenemos que hacer es ser pacientes. Irritarse, empezar a dar gritos y discutir, como hace alguna gente, está mal y no tiene sentido porque puede ser peligroso para ellos y para los demás.
Aquellos que piensan que únicamente se pone a prueba su paciencia a través de grandes sufrimientos y tragedias están equivocados porque Dios nos examina a lo largo del día por medio de experiencias grandes y pequeñas. Por tanto, las cosas que nos irritan, como quedar atrapados en un atasco o llegar tarde a algún sitio y los pequeños accidentes, son pruebas para los seres humanos. Pero, en esta situación, los que viven según las enseñanzas del Corán no se enojan y son pacientes y no se quejan. En el Corán, Dios revela que una de las características que distingue a los creyentes es que tienen paciencia ante las pruebas a las que se les somete:
Respecto a los accidentes de tráfico que puedan tener, los creyentes guardan la compostura y se resignan a su destino no de modo pasivo sino realista, aceptando lo que Dios ha decretado para ellos. En tales situaciones, actúan con sensatez, sabiendo que Dios ha creado lo que les ha ocurrido e intentan hacer algo para salvar a los heridos, piden ayuda e intentan minimizar los daños. Saben que son responsables de actuar en cada momento de su vida terrenal de modo que plazca a Dios.
En el sura La soberanía, Dios revela el propósito de la creación del ser humano y la responsabilidad que nos otorga:
Aquel que ha creado la muerte y la vida, para probaros [y así poner de manifiesto] quién observa la mejor conducta, y [haceros ver que] Él solo es todopoderoso, realmente indulgente. (Sura La soberanía 67: 2)
Un creyente que vive cada momento de su vida terrenal de acuerdo con las enseñanzas del Corán no dejará que su mente se ocupe en pensamientos inútiles y sin sentido durante un viaje; dirigirá su atención hacia cosas y sucesos sobre los que pueda reflexionar. Por ejemplo, los que se encuentran lejos de las enseñanzas del Corán, percibirán como algo normal ver a los pájaros volando en el aire. Sin embargo, para un creyente, son pruebas de la existencia de Dios, de su poder y de su suprema sabiduría el hecho de que los pájaros, que no están sujetos a nada, permanezcan suspendidos en el ligero aire y realicen maniobras con sus delicadas alas; que sus alas estén diseñadas para poder volar, moverse rápidamente y realizar dichas maniobras; que sus picos sean estructuras especialmente creadas para que se puedan alimentar correctamente; sus técnicas de vuelo, sus especiales estructuras que son sus esqueletos y sus sistemas respiratorios, nerviosos, etc.; las complejas estructuras aerodinámicas que son sus plumas; sus técnicas de construcción de nidos; sus órganos sensoriales, sus métodos de caza y de alimentación, su comportamiento, los sonidos que hacen mientras se aparean y en otras ocasiones; y el hecho de que los sistemas que se observan en los pájaros son maravillas del diseño. Dios llama nuestra atención sobre ello en el Corán: "¿No has visto a las aves [volando] por encima de ellos, extendiendo y replegando sus alas? Nadie sino el Más Misericordioso las mantiene en vuelo: realmente, Él ve todas las cosas." (Sura La soberanía 67: 19) Mientras los creyentes recorren su camino, observan maravillas de la creación que les rodea como las mencionadas y son testigos en todo momento del infinito poder de Dios.
La mayoría de las personas adultas dedican gran parte de su tiempo a trabajar, pero los que actúan según las enseñanzas del Corán son notablemente diferentes de sus colegas, que comparten una moral común. Para un creyente, no importa lo urgente que pueda ser su trabajo, es más importante cumplir su deber y rendir culto a Dios. Dios así lo revela en el Corán:
… Di: “¡Lo que hay junto a Dios es mucho mejor que cualquier distracción y que cualquier ganancia! ¡Y Dios es el mejor de los proveedores! (Sura La congregación 62: 11)
Un creyente es consciente de esto y ningún trabajo impedirá que se acuerde de pronunciar el nombre de Dios o de rendirle culto; no descuidará ni pospondrá ninguna obligación religiosa por el mero hacho de obtener un beneficio material. Nuestro Señor llama nuestra atención sobre esto en una aleya del Corán:
En las casas [de adoración] que Dios ha permitido que se erijan para que se recuerde en ellas Su nombre, [hay quienes] proclaman Su infinita Gloria, mañana y tarde – gentes a las que ni el comercio [mundano] ni la búsqueda de beneficio consiguen distraer del recuerdo de Dios, de ser constantes e la oración, y de la caridad: [gentes] que se llenan de temor [ante la idea] del Día en que los corazones y los ojos se desencajarán. (Sura La luz 24: 36-37)
El motivo de resaltar el comercio en este versículo es que el deseo de obtener un beneficio material es una de las mayores flaquezas del ser humano. Algunas personas están dispuestas a descuidar los preceptos del din (modo de vida islámico) por el mero hecho de ganar más dinero, conseguir más propiedades u ostentar más poder. Por ejemplo, no rezan ni cumplen ninguna otra obligación, ni muestran la calidad de su carácter incluso aunque puedan hacerlo.
Hay una serie de beneficios que estas personas esperan como recompensa a su esfuerzo. Quieren una buena vida en este mundo, ser prósperos, obtener una posición y respeto, ser honrados en la sociedad, hacer un buen matrimonio y tener hijos dignos de elogio, etc. Estas son algunas de las cosas que los que se apartan de los valores del Corán eligen en vez de la otra vida. De hecho, todas estas cosas suponen dones legítimos para quien aspira a ganar la aprobación de Dios y lograr la vida futura. Sin embargo, estos últimos cuentan con unas cualidades que los diferencian de los demás: trabajan para agradar a Dios, emplean su dinero del modo en que Dios les ha aconsejado hacerlo y, tanto en sus negocios como en cualquier otro asunto, se muestran meticulosos a la hora de seguir los mandatos divinos.
En una aleya del Corán, Dios resalta los peligros de ver el comercio como algo preferible al din (modo de vida islámico):
Di: “Si vuestros padres, vuestros hijos, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestro clan, los bienes que habéis adquirido, los negocios por cuyas pérdidas teméis y las viviendas en las que os complacéis – [si todo eso] os es más querido que Dios, Su Enviado y la lucha por Su causa, entonces esperad a que Dios haga manifiesta Su voluntad; y [sabed que] Dios no guía a la gente perversa.” (Sura El arrepentimiento 9: 24)
Un creyente que tenga una fe profunda hará todo lo posible para evitar caer en esta tentación. Dios espera nobleza de carácter en los creyentes y que la demuestren sin importar el trabajo que tengan entre manos. A la hora de hacer negocios, son honestos, sinceros, sacrificados, trabajadores, justos y modestos. Toda su atención se dirige a lograr la aprobación de Dios y a mantener los límites que Él ha impuesto entre lo que es legal y lo que no lo es. Dios ha ordenado a los creyentes que, cuando hagan negocios, no abusen de los derechos de los demás, que midan y pesen con equidad y que no disminuyan el valor de los bienes de otros. (Sura Hud 11: 85)
En unas cuantas aleyas, Dios ha revelado la importancia de ser honesto en los negocios, de tratar justamente a los demás y, al hacerlo de este modo, mostrar las cualidades que los adornan y ganar Su aprobación:
Y dad la medida completa cuando midáis, y pesad con una balanza justa: esto será [por vuestro propio] bien, y lo mejor en definitiva. (Sura El viaje nocturno 17: 35)
¡Sopesad, pues, [vuestras acciones] con equidad, y no os quedéis cortos en la medida! (Sura El Más Misericordioso 55: 9)En el Corán, Dios explica cómo se debe comportar la gente en los negocios y en el comercio. En primer lugar, Dios ha prohibido claramente la usura: "… así que Dios ha hecho lícito el comercio y ha prohibido la usura." (Sura La vaca 2: 275). Otra cosa que Dios ha revelado es cómo tratar los negocios y las deudas. Dios ordena que, al hacer cualquier tipo de negocio, cuando una persona acepta que se le pague una deuda después de un plazo determinado, debería ponerlo por escrito. Si la persona que ha contraído la deuda resulta ser incompetente o débil de mente o cuerpo o incapaz de dictar, será su tutor el que dicte. Y dos hombres deben ser los testigos. (Sura La vaca 2: 282)
Otra cosa a la que los creyentes deberían prestar atención mientras trabajan es consultar la opinión de otras personas cuando toman decisiones, inician un negocio y mejoran su funcionamiento. Dios dice en el Corán que ésta es una cualidad del creyente.
Como en todas las esferas, también en el negocio y el comercio, el Corán nos dice lo que es mejor, más fácil y correcto para nuestra vida. De este modo, ayuda a la gente a liberarse del estrés y la depresión y hace posible que se trabaje en un ambiente saludable y pacífico en donde pueden someterse a Dios, tomar las decisiones adecuadas y consultarlas con otros.
Además de esto, un creyente mantiene la mente abierta en su trabajo y hace planes a corto y largo plazo, planificando las diversas etapas. Y después de comenzar su trabajo, calculará definitivamente las etapas posteriores, las medidas que le aseguren el éxito con el tiempo y las alternativas posibles. Y tomará todas las precauciones que Dios le ha mostrado en el Corán para asegurarse de que una medida que piensa será beneficiosa poner en práctica no resultará ser perjudicial a la larga. Mientras realiza su trabajo, rezará a Dios con todo su corazón, le pedirá que se lo facilite y considerará que ninguna iniciativa tendrá éxito a menos que Dios así lo desee. Espera que el trabajo que realice sea una manera de ganar el favor de Dios.
En la época en que vivimos, han tenido lugar nuevos descubrimientos y avances científicos que la gente de épocas pasadas no podría ni siquiera haber imaginado. El Corán nos enseña a dar gracias por estas incomparables oportunidades. Por ejemplo, la ciencia, la tecnología, los modernos medios de transporte y comunicación han llegado a un alto grado de desarrollo. Gracias a los ordenadores y a Internet, las personas de todo el mundo se pueden comunicar unos con otros en cuestión de segundos, intercambiar información y establecer contacto. Ciertamente, se trata de dones sobre los que se debe meditar profundamente. Los profetas que Dios ha puesto como ejemplo en el Corán siempre se acercaban a Él con sinceridad, y siempre pensaban en Él y le daban las gracias cuando trabajaban. En el sura Saba’, Dios dice:
Hacían para él cuanto quería: santuarios, estatuas, pilas [grandes] como estanques y calderas fijadas al suelo. [Y dijimos:] “¡Trabajad, oh pueblo de David, en agradecimiento [a Mí] – y [recordad que] pocos son los realmente agradecidos [aun] entre Mis siervos!” (Sura Saba' 34: 13)
Hoy en día, ir de compras es una actividad importante para mucha gente. Por ejemplo, muchas personas pasan horas, incluso días, yendo a tiendas para encontrar ropa con la que poder presumir ante sus amistades.
Hoy en día, ir de compras es una actividad importante para mucha gente. Por ejemplo, muchas personas pasan horas, incluso días, yendo a tiendas para encontrar ropa con la que poder presumir ante sus amistades. Gastan mucho dinero en vestuario que sólo se pondrán unas pocas veces en su vida y, a pesar de que tienen los armarios llenos, compran ropa nueva compulsivamente. Para ellos, ir de compras ha pasado de ser una mera forma de cubrir sus necesidades a formar parte importante de sus vidas. Una característica que los define es que son compradores compulsivos y muy a menudo adquieren cosas y luego lamentan haberlo hecho.
Sin duda, comprar es algo necesario e incluso puede ser una tarea agradable; pero el problema es que puede infundir en la gente deseos mundanos y hacer que se olviden por completo de la otra vida. Dedican toda su vida, pensamientos y planes a dicha actividad y, en vez de buscar el modo de agradar al Dios que les creó, intentan hallar satisfacción en ocupaciones de poca importancia tales como ir de compras.
Como en cualquier otro aspecto de la vida, una persona que vive según las enseñanzas del Corán también intentará ver el lado bueno de ir de compras, algo que Dios ha creado, y el sentido que tienen las cosas que ocurren. Para esta persona, comprar no significa vagar sin sentido sino la oportunidad de proveerse él y su familia de aquello que necesitan. Comprar no hará que se aleje del cumplimiento de sus obligaciones para con Dios. En el Corán, Dios ordena a los creyentes:
Y mantente con paciencia al lado de aquellos que invocan a su Sustentador mañana y tarde, buscando Su faz, y no permitas que tus ojos pasen sobre ellos en busca de las galas de este mundo; y no prestes atención a aquel cuyo corazón hemos hecho negligente de Nuestro recuerdo porque ha seguido siempre sus deseos [únicamente], abandonando todo cuanto es bueno y verdadero. (Sura La cueva 18: 28)
Un creyente que va de compras recordará que Dios ha creado variedad de alimentos, ropa y muchas otras bendiciones para los que creen. Sin embargo, en muchos países, a causa del desempleo, la pobreza o los conflictos, la gente no puede encontrar nada para comer. Aunque viven en países con muchos recursos, hay gente tan pobre que no puede adquirir lo que necesita. Todas estas cosas están bajo el control de Dios y existe un motivo para la cantidad de provisiones que Dios elige dar a la gente. Dios llama nuestra atención sobre este hecho en el Corán:
¿Es que no saben que es Dios quien da el sustento en abundancia, o en medida escasa, a quien Él quiere? ¡Ciertamente, en esto hay en verdad mensajes para una gente dispuesta a creer! (Sura Las multitudes 39: 52)
Dios ha creado circunstancias diversas para examinar a los seres humanos. Un creyente no dejará de darle gracias por lo que ha recibido, no importa en qué situación se encuentre. Se da cuenta de que el examen y su situación actual son transitorios. Por este motivo, desea actuar en todo momento de manera que agrade a Dios. Le da gracias con todo su corazón, con lo que dice y con lo que hace por los dones que le ha otorgado. Gasta de lo que se le ha dado en hacer buenas acciones y, si Dios restringe sus ingresos, será paciente y seguirá dando sinceras gracias. Sabe que se le está probando por medio de la pobreza y reza para que se le otorgue paciencia. Bajo cualquier circunstancia, se sentirá satisfecho con Dios y esperará que Dios esté satisfecho con él.
Sin embargo, aquellos que adoptan las tradiciones, costumbres y valores de una sociedad que no cree en las enseñanzas del Corán, pierden inmediatamente el sentimiento de la gratitud cuando se enfrentan al menor inconveniente. Dios los condena en el Corán como desagradecidos por no ver que su prosperidad y riqueza son una prueba equivalente a experimentar la pobreza y la necesidad:
Pero el hombre, cuando su Sustentador le prueba con Su generosidad, y le permite disfrutar de una vida confortable, dice: “Mi Sustentador ha sido [justamente] generoso conmigo”; en cambio, cuando le prueba restringiendo sus medios de subsistencia, dice: “¡Mi Sustentador me ha despreciado!" (Sura El alba 89: 15-16)
Dios ha creado los innumerables dones de esta Tierra, pero la gente que no se percata de esta evidencia olvida que pueden comprar comida y ropa por deseo de Dios y con Su permiso. No dan gracias a Dios, sino que actúan constantemente bajo el control de sus deseos egoístas. Lo único en lo que piensan mientras están comprando es en qué ropa impresionará más a sus amistades. Lo que ocupa sus mentes en todo momento es dónde pueden adquirir la última moda, con los colores y calidad que desean. Siempre están preocupados por lo que tienen los demás y tienen envidia de ellos. No pueden soportar no tener bienes materiales. Sienten un enorme deseo de poseer propiedades y patrimonio. Comparan lo que se les ha dado a ellos con lo que se les ha dado a otros y se impacientan pensando que se les ha tratado injustamente y no dan gracias a Dios. En el Corán, Dios revela la ingratitud de aquellos que no están satisfechos con lo que tienen y siempre quieren más:
Y, ciertamente, tu Sustentador honra en verdad con Su favor a los hombres – pero la mayoría de ellos no son agradecidos. (Sura Las hormigas 27: 73)
Un creyente que vive conforme a las enseñanzas del Corán sabe que los dones que le rodean son un regalo de Dios y tiene buen cuidado de no gastar dinero irreflexivamente. Mientras está comprando, se esfuerza en evitar malgastar tiempo y dinero. Actúa tal y como Dios dice en el Corán: "… y comed y bebed [con libertad], pero no derrochéis: en verdad, Él no ama a los derrochadores." (Sura La facultad del discernimiento 7: 31) Nunca se olvida de que Dios llama "hermanos de Satán" (Sura El viaje nocturno 17: 27) a los que derrochan su dinero de manera extravagante.
Así como el Corán nos obliga a no malgastar el dinero comprando, también nos exige ser generosos. Dios lo revela en el sura El criterio de la verdad: "Y los que, cuando gastan en los demás, no son ni extravagantes ni tacaños sino [recuerdan] que existe siempre un término medio entre esos [dos extremos]." (Sura El criterio de la verdad 25: 67) Esta aleya resume la sabiduría que demuestra un creyente al hacer sus compras.
Toda persona que tiene fe sabe que se le ha confiado su cuerpo para que lo use durante un corto período de tiempo en esta vida mundanal; es responsable de cuidarlo lo mejor que pueda, así que se esfuerza por conservar su salud.
Por este motivo, dedica parte de su tiempo al ejercicio o entrenamiento físico, que le ayudan a fortalecer su cuerpo, le proporcionan longevidad y le permiten funcionar de manera correcta y saludable y hará posible que el creyente incluso trabaje mejor para agradar a Dios y haga lo correcto.
El metabolismo del ser humano no es compatible con la inactividad: está hecho para moverse. Hoy en día se sabe que el ejercicio reporta muchos beneficios: fortalece los sistemas inmunológico, circulatorio, respiratorio y nervioso; hace al cuerpo más resistente a los gérmenes y a las enfermedades; asegura el correcto funcionamiento del sistema hormonal, del corazón y de las arterias; fortalece los músculos, articulaciones y tendones; mejora nuestra condición y robustez; ayuda a mantener el nivel de azúcar en la sangre, reduce los niveles de colesterol “malo” y aumenta los del colesterol “bueno”.
Otra razón por la cual las personas que tienen fe hacen esfuerzos en este sentido es que la salud física es una cualidad sobre la que Dios llama nuestra atención en el Corán. Por ejemplo, podemos leer en la aleya 144 del sura La facultad del discernimiento (7), en el que Dios habla a Moisés y le elige para dirigir a los hijos de Israel, cómo los relatos sobre él nos hablan de su fuerza física. Otra aleya nos cuenta la fuerza física de Saúl, que fue enviado para gobernar a su gente:
Y su profeta dijo a aquellos dignatarios: “En verdad, Dios os da a Saúl por rey.” Dijeron: “¿Cómo puede él reinar sobre nosotros, cuando nosotros tenemos más derecho al reino que él, y ni [siquiera] le ha sido dada una abundante riqueza?” [El Profeta] dijo: “En verdad, Dios le ha enaltecido sobre vosotros y le ha dado en abundancia conocimiento y fuerza corporal. Y Dios otorga de Su dominio a quien Él quiere: pues Dios es inmenso, omnisciente.” (Sura La vaca 2: 247)
Existe otro motivo por el que los creyentes deberían esforzarse y hacer ejercicio: si una persona que predica las enseñanzas del Corán es físicamente fuerte y atractiva, tendrá influencia sobre otros; la noble y atractiva apariencia externa de una persona causará una buena impresión en aquellos a los que enseña.
Por esta razón, los creyentes deberían procurar mantener siempre un cuerpo fuerte y saludable. No deben ser perezosos, negligentes o descuidados en este sentido.
La aleya 56 del sura Los vientos que arrastran (51) que dice: "y [diles que] no he creado a los seres invisibles y a los hombres sino para que Me [conozcan y] adoren." anuncia que Dios ha creado a los seres humanos para adorarle.
Es decir, el propósito de la creación del hombre, como dios dice en el Corán, es rendir culto a nuestro Señor que ha creado todas las cosas. Por tanto, los que acepta el Corán como guía anteponen la adoración a Dios sobre todas las cosas, y pasan su corta vida (setenta y tantos años, si se les concede ese tiempo) pensando en el más allá e intentando ganar Su favor. Esto se demuestra en cualquier momento de sus vidas terrenales.
Un creyente se da cuenta de que las enseñanzas del Corán se aplican no sólo a una parte de su vida en este mundo o a momentos o etapas de la misma sino a toda ella. Obedece los dictámenes de Dios al máximo y hace todas las buenas obras que puede. Pasa su tiempo alabando a Dios del modo que el Corán ha revelado y, cuando termina una tarea, pasa a otra. Puesto que Dios dice en la aleya 162 del sura El ganado (6): “Di: “Ciertamente, mi oración, [todos] mis actos de adoración, mi vida y mi muerte son [sólo] para Dios, el Sustentador de todos los mundos””, persigue lo que es bueno y beneficioso y no contempla ninguna interrupción, pausa o límite a sus esfuerzos. Para un creyente es necesario comenzar una nueva tarea después de terminar la anterior porque sabe que debe emplear cada segundo de su vida terrena trabajando para ganarse el favor de Dios y que, en la otra vida, rendirá cuentas de cada momento que ha pasado en esta. Por esta razón, aprovecha cada minuto deseando únicamente lograr Su aprobación y hace todas las cosas que espera que Dios tenga más en cuenta. En el Corán, Dios dice a los creyentes que dirijan sus esfuerzos en esta dirección:
Así pues, cuando te veas libre [de pesar, mantente firme. (Sura La apertura del pecho 94: 7)
Las obras que realiza el creyente para ganar el favor de Dios no se interrumpen de un día a otro. Esto se indica en la aleya 76 del sura María (19): "y las buenas obras, cuyo fruto perdura siempre, tienen, a los ojos de tu Sustentador, mucho mayor mérito [que cualquier bien terrenal], y dan beneficios mucho mayores."
Y, en otra aleya, nuestro Señor revela que quiere que la gente persevere en su adoración:
¡El Sustentador de los cielos y la tierra, y de cuanto hay entre ambos! ¡Adórale, pues, sólo a Él, y mantente firme en Su adoración! ¿Conoces algo cuyo nombre sea digno de mencionarse junto al Suyo? (Sura María 19: 65)
La lógica perversa de alguna gente ignorante de este aspecto les lleva a dudar de la existencia del más allá y únicamente realizan sus actos de adoración a Dios de vez en cuando.
Algunos cometen el grave error de intentar obtener los dones de este mundo, que han convertido en su objetivo; hacen cualquier cosa por volverse ricos, obtener una posición social y conseguir otras cosas que anhelan. En un corto periodo de tiempo se ven envueltos en una dura lucha por el mero hecho de obtener una "ganancia insignificante " (Sura El arrepentimiento 9: 9) que no tardarán en perder. Sin embargo, un creyente que persigue el favor de Dios y el camino al Paraíso sólo se esfuerza por Su causa. El Corán describe esta cualidad de los creyentes:
Pero quienes desean [el bien de] la Otra Vida, y se esfuerzan por ello con el esfuerzo debido, y además son [verdaderos] creyentes - ¡esos serán los que vean recompensado [por Dios] su esfuerzo! (Sura El viaje nocturno 17: 19)
Un creyente que emplea todo el día en la búsqueda del favor de Dios está resuelto a y deseoso de cumplir con su obligación de rezar. Recuerda a Dios durante todo el día, con su corazón y en las actividades que realiza, y medita en profundidad sobre Su poder, inteligencia, sabiduría, arte y demás atributos. Esta actitud es la aplicación a la vida diaria de las obligaciones especificadas en las siguientes aleyas:
… y recuerda mucho a tu Sustentador y ensalza Su infinita Gloria de noche y de día. (Sura La casa de Imrán 3: 41)
Y recuerda a tu Sustentador humildemente y con temor, y sin alzar la voz; [recuérdale] mañana y tarde… (Sura La facultad del discernimiento 7: 205)
En la aleya 28 del sura El trueno, nuestro Señor dice que los corazones únicamente hallarán la paz si le recuerdan:
… Aquellos que creen, y cuyos corazones encuentran sosiego en el recuerdo de Dios. (Sura El trueno 13: 28)
Una persona que toma el Corán como guía será meticulosa a la hora de cumplir con sus obligaciones de culto, como rezar cinco veces al día, ayunar y llevar a cabo la ablución menor, tal y como Dios ha prescrito. Por ejemplo, es importante rezar a la hora en punto. No deja que las preocupaciones mundanales interfieran en sus rezos. Cada vez que ora, lo hace con humildad, alegría y entusiasmo, deseando que ello le acerque a Dios.
Sin embargo, los que no se acercan a Dios con verdadero entusiasmo, sino para aparentar o por temor a que puedan pensar los demás, no experimentarán la alegría que supone alabar a Dios. Cuando rezan, no tienen ni idea de que esto les puede acercar a Dios. Sus mentes están demasiado ocupadas en los quehaceres diarios para recordar a Dios y alabarle. En el Corán, Dios advierte a los que no prestan mucha atención a sus oraciones:
¡Ay, pues, de aquellos que rezan [pero] cuyos corazones están distantes de su oración – esos que sólo quieren ser vistos y elogiados…! (Sura La asistencia 107: 4-6)
Esto significa que retrasan la oración hasta que se ha pasado su tiempo o incluso que no la hacen. Sin embargo, aunque el sura no lo menciona, las personas inteligentes tienen buen cuidado de no distraerse mientras rezan.
Los distraídos cometen el error de pensar que están haciendo algo por Dios sin temerle, sin pensar en Él y sin sentir Su presencia o cercanía. El comportamiento que logra que una persona se acerque a Dios consiste en ser sincero al rezar, temer a Dios y obedecerle y ser humildes.
Algunas personas tienen un concepto muy limitado de lo que es la oración y creen que es suficiente obedecer unos cuantos mandamientos de Dios en el transcurso del día. Pero, según el Corán, el culto no se limita únicamente a nuestros deberes religiosos como la oración, el ayuno, la peregrinación y la limosna.
Rezar significa rendir culto. Es decir, se trata de la actitud y el estado mental de una persona y de todo lo que hace y dice como siervo de Dios. No importa lo primordial que sea como acto de culto el que un individuo rece una oración obligatoria, del mismo modo, sobreponerse a la ira, utilizar un lenguaje cortés, disfrutar con lo correcto y prohibir lo que está mal, confiar en otros musulmanes y no ser una persona que se enzarza en discusiones son actos que también se incluyen en el culto. (Para más información sobre el tema, consultar el libro Desprecio de los Dictámenes Coránicos, de Harun Yahya). Por este motivo, el buen comportamiento es una de las cuestiones que se debe aplicar y practicar tan meticulosa y rotundamente como acto de adoración. De hecho, además de esto, los musulmanes deben conocer los tipos de transacciones que tienen lugar en el mundo y que son aceptables, tales como comprar, vender, alquilar, casarse y divorciarse, y la manera adecuada de llevarlas a cabo. En resumen, los creyentes ponen mucha atención en seguir en todo momento los dictámenes que Dios expone en el Corán y los mandatos, prohibiciones y consejos del Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
Uno de los actos de adoración más importantes que un creyente debe realizar a lo largo del día es comunicar el mensaje, es decir, invitar a los demás a que sigan el camino correcto, recomendarles lo bueno y advertirles de lo malo e invitarles a profundizar en el conocimiento del Islam (sumisión y obediencia a Dios), Imán (fe) e Ihsan (perfección en la adoración) y en la lectura del Corán. Este acto de adoración es una parte necesaria de la vida diaria de un creyente. Éste es responsable en todo momento de ser un representante de Dios en Su creación y de proclamar el din (modo de vida islámico) de Dios a través de sus palabras, su comportamiento y la clase de persona que es. Y es responsabilidad suya no limitarse estrictamente a los actos de culto; un creyente tratará de ser un ejemplo para los que tiene a su alrededor comportándose de la mejor manera posible. Dios habla de esto en el Corán:
Y los creyentes y las creyentes están próximos unos de otros: [todos] ellos ordenan la conducta recta y prohíben la conducta inmoral, son constantes en la oración, pagan el impuesto de purificación y obedecen a Dios y a u Enviado. Sobre esos derramará Dios Su misericordia: en verdad, Dios es todopoderoso, sabio. (Sura El arrepentimiento 9: 71)
Un creyente está ansioso por hacer todo lo que pueda para llevar a los demás hacia el camino de Dios. Les hablará de Él, de Su Unidad y atributos, del propósito de la creación, del comportamiento y la conducta adecuados y de la clase de vida que agrada a Dios, y acerca de lo bueno y lo malo, lo correcto y lo equivocado según el Corán, del día del juicio, del infierno y del Paraíso, y de otros temas similares. Les hablará del Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, de tal modo que les atraiga hacia él, y les estimule a seguirle e imitarle.
Las conversaciones que mantienen los creyentes son para recordarse este tipo de cosas. Se animan entre ellos a obedecer los mandatos de Dios con prontitud y a vivir según la Sunna de Su Mensajero, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, y los valores del Islam. En resumen, un creyente recuerda.
Los creyentes utilizan métodos tanto orales como escritos para recordar, y utilizan los avanzados medios de comunicación que existen hoy en día. Para atraer a la gente hacia lo que nos enseña el Corán, pueden servirse de la televisión, radio, libros, revistas, periódicos, Internet y otros métodos.
Tan importante como la invitación diaria al Islam de los creyentes que viven de acuerdo con las enseñanzas del Corán es el tiempo que emplean en prepararla. En el Corán, Dios indica que aquellos que desean predicar Sus ideas deben, en primer lugar, prepararse para ello. Por este motivo es realmente importante que una persona se prepare de todas las formas posibles para llevar a cabo este trabajo. Dios dice:
Porque, si hubieran querido [realmente] salir [contigo], habrían hecho preparativos para ello… (Sura El arrepentimiento 9: 46)
Para comunicar el mensaje de Dios, una de las cosas que el creyente que está capacitado para ello debe hacer es perfeccionarse y lograr todo el conocimiento que le sea útil para comunicar el din de Dios (modo de vida islámico). Es decir, se debe educar espiritual e intelectualmente. Debe esforzarse en hablar y escribir concisamente, yendo al grano y sin salirse del tema, ser persuasivo, efectivo y satisfacer a los que le escuchan con la sabiduría adquirida del din de Dios. El principal requisito es que un creyente aprenda la religión del Islam, los significados de los versículos del Corán y que entienda la conducta y los dichos de nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él. Por tanto, toda esta preparación y esfuerzo ocupan un lugar especial en la vida diaria de un creyente que está cualificado y autorizado a llamar a otros hacia Dios y Su Mensajero.
Para todos aquellos que piensan, existen muchos temas sobre los que reflexionar en la creación de la noche. Nuestro Señor lo anunció a los seres humanos en la siguiente aleya del Corán: "Y tienen en la noche un signo [de nuestro domino sobre todo lo que existe]: la despojamos de [la luz de] el día – y ¡he ahí! Que se quedan a oscuras." (Sura Oh tú, ser humano 36: 37)
Uno de ellos consiste en la desaparición gradual de la luz y el oscurecimiento del cielo. Gracias a esta lenta transición, los seres vivos se acostumbran con facilidad a las diferencias de luz y temperatura entre el día y la noche y no sufren ningún daño, que este fenómeno les podría ocasionar. Dios, con Su suprema sabiduría y poder, tiene misericordia de sus siervos y de todos los seres vivos, y les concede esta bendición, pero la mayoría no piensan en ello ni siquiera una vez en toda su vida.
Cuando una persona que vive según los valores del Corán considera estos hechos, ve otra prueba de lo que Dios reveló en la aleya 92 del sura José (12): "… Él es el más misericordioso de los misericordiosos."
Di: “¿Habéis considerado alguna vez [esto]: Si Dios os impusiera la noche a perpetuidad, hasta el Día de la Resurrección – qué deidad aparte de Dios podría traeros luz? ¿No vais, pues, a prestar oído [a la verdad]?
Di: “¿Habéis considerado alguna vez [esto]: Si Dios os impusiera el día a perpetuidad, hasta el Día de la Resurrección – qué deidad aparte de Dios podría traeros [la oscuridad de] la noche, para que reposarais en ella? ¿No vais, pues, a ver [a la verdad]? (Sura La historia 28: 71-72)
Dios creó las condiciones, equilibrios y sistemas necesarios para que existieran el día y la noche, en ausencia de uno de los cuales, sólo Él podría ayudar. Si Dios quisiera, podría crear el día o la noche eternos, pero los seres vivos no serían capaces de sobrevivir bajo tales condiciones. La vida en la Tierra llegaría a su fin si esto sucediera. No hay duda de que Dios crea el día y la noche en perfecto orden, proporcionando un ambiente en el que los seres vivos puedan sobrevivir. Éste es un indicio de Su compasión y misericordia infinitas. En la aleya que sigue al anterior, nuestro Señor dice lo siguiente:
Pero por Su misericordia os ha dado la noche y el día, para que en ella descanséis y [luego] busquéis de Su favor [lo que necesitéis]: y [os dio todo esto] para que os mueva a ser agradecido. (Sura La historia 28: 73)
Sólo aquellos que utilizan sus mentes para reflexionar en la creación y que temen a Dios, es decir, que viven de acuerdo con las enseñanzas del Corán, piensan en los motivos para que exista una alternancia ordenada entre el día y la noche. Dios nos lo revela en algunas aleyas:
Verdaderamente, en la creación de los cielos y de la tierra, y en la sucesión de la noche y el día hay, ciertamente, mensajes para todos los dotados de perspicacia. (Sura La casa de Imrán 3: 190)
¡Pues, ciertamente, en la alternancia del día y la noche; y en todo lo que Dios ha creado en los cielos y en la tierra hay, en verdad, mensajes para una gente que es consciente de Él! (Sura Jonás 10: 6)
Ciertamente, en la creación de los cielos y de la tierra, e la sucesión de la noche y el día: en las naves que surcan el mar con lo que es de provecho para el hombre: y en las aguas que Dios hace descender del cielo, dando vida con ellas a la tierra, antes muerta, y haciendo que se multipliquen en ella toda clase de criaturas: en la variación de los vientos, en las nubes sujetas a se curso entre el cielo y la tierra: [en todo eso] hay mensajes claros para gentes que usan su razón. (Sura La vaca 2: 164)
Dios ha creado el metabolismo humano de manera que necesita descansar por la noche y lo pone de manifiesto en las aleyas siguientes:
É les quien ha hecho para vosotros la noche para que descanséis en ella, y el día para haceros ver: ciertamente, en esto hay en verdad mensajes para una gente que [está dispuesta a] escuchar. (Sura Jonás 10: 67)
Dios es quien ha hecho para vosotros la noche, para que descanséis en ella, y el día, para haceros ver. Ciertamente, Dios es en verdad sumamente generoso con el hombre – pero la mayoría de los hombres son ingratos. (Sura Que perdona 40: 61)
Además de ser un tiempo para el descanso, la noche cuenta con otra característica muy especial. Una de las razones para su creación es que estas horas de paz y quietud general en todo el mundo se aprovechan para realizar algunos actos de adoración. Comparada con la actividad de la mañana, la noche es un período que lleva más a la reflexión, la lectura y la oración. Dios lo revela en el Corán:
En verdad, las horas de la noche dejan mayor impronta en la mente y hablan con voz más clara, mientras que de día tus ocupaciones son muchas. Pero [tanto de noche como de día] recuerda el nombre de tu Sustentador, y conságrate a Él con total devoción. (Sura El arropado 73: 6-8)
Resulta más fácil concentrarse por la noche para meditar sobre las maravillas de la creación de Dios, leer el Corán y rezar. Un creyente que se da cuenta de esto no pasará toda la noche durmiendo o descansando. Tranquilamente, se volverá a Dios para pedirle ayuda y para que le perdone por sus errores y defectos. Hará evaluación del día transcurrido, repasará los errores que cometió, se arrepentirá de sus defectos y pedirá perdón. Empleará su tiempo de modo que agrade a Dios, le recordará e intentará acercarse a Él. Pensará en temas tales como la existencia de Dios y su majestad, el Corán, el extraordinario diseño del universo, los seres vivos que pueblan la Tierra y sus sistemas impecables, los dones que Dios crea sin cesar, el Paraíso, el fuego y la eternidad. Dios, en algunas aleyas del Corán, elogia el comportamiento de un creyente que dedica parte de la noche al culto:
(Los siervos del Más Misericordioso son)… quienes recuerdan a su Sustentador hasta bien entrada la noche, postrados y de pie. (Sura El criterio de la verdad 25: 64)
Que se ven impelidos a abandonar sus lechos [en la noche] para invocar a su Sustentador con temor y anhelo… (Sura La postración 32: 16)
“O [¿es que te consideras igual a] aquel que adora [a Dios] con devoción durante la noche, postrado o de pie [en oración], temiendo la Otra Vida, y anhelando la gracia de su Sustentador?” Di: “¿Pueden ser considerados iguales los que saben y los que no saben?” ¡[Pero] sólo tienen presente esto los dotados de perspicacia! (Sura Las multitudes 39: 9)
De este modo, los creyentes habrán puesto en práctica la Sunna de nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que, cada noche, dedicaba parte de la misma a la oración, contemplación y adoración. Esto se menciona en la siguiente aleya:
Ciertamente, [Oh Profeta,] tu Sustentador sabe que te mantienes despierto [en oración] casi dos tercios de la noche. O la mitad, o un tercio de ella, y también algunos de los que te siguen… (Sura El arropado 73: 20)
La tradición que ha llegado hasta nuestros días dice que nuestro Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, pedía a Dios que le diera buen carácter y comportamiento; se dice que rezaba con estas palabras:
“Oh Dios, haz que mi comportamiento y mi conducta sean rectos. Oh Dios, sálvame del mal carácter y de la conducta inmoral.” (Ihya Ulum-Id-Din, de Imam Ghazali)
No se debe olvidar que, como dijimos anteriormente, dormir es como morir y que, si Dios quisiera, no nos volveríamos a despertar. Por este motivo, los últimos minutos antes de dormir puede que sean la última ocasión que una persona tenga para pedir perdón. Dios lo revela en el Corán:
[Únicamente] Dios [tiene este poder – Él] es quien hace morir a todos los seres humanos en el momento de su muerte [corporal], y [hace que estén como muertos,] mientras duermen, a aquellos que aún no han muerto: así retiene Él a aquellos para los que ha decretado la muerte, y remite a los otros hasta un plazo fijado [por Él]. ¡Ciertamente, en [todo] esto hay en verdad mensajes para gente que reflexiona! (Sura Las multitudes 39: 42)
Un creyente que vive conforme a las enseñanzas del Corán conoce el valor de esta oportunidad que se le brinda (quizá la última) antes de dormirse. Permanece en su mente y se acerca a Dios sinceramente, le pide perdón por sus malas acciones, solicita Su ayuda para todo y le reza en la quietud de la noche.