Los registros fósiles no respaldan las afirmaciones de la teoría de la evolución. Por el contrario, los mismos nos enseñan que los seres vivientes emergieron repentinamente. El estrato más profundo en el que se encontraron fósiles es el Cámbrico, el cual pone de manifiesto lo que existía hace unos 530 millones de años. Uno de los más hallados es el de trilobite, que, en tiempos tan remotos, tenía ojos compuestos de muchas lentes y con una estructura tan buena que le permitía ver para cazar y nadar hacia su presa. Este mecanismo sofisticado ha asestado un golpe demoledor a la teoría de la evolución.