Desde el momento en que una persona nace, es sometida al constante adoctrinamiento de la sociedad. Parte de este adoctrinamiento, quizás el más persuasivo, sostiene que la realidad es lo que las manos pueden tocar y los ojos ver. Esta interpretación, bastante influyente en la mayor parte de la sociedad, es pasada de una generación a otra sin cuestionarse.
Pero sin estar sujetos a ningún adoctrinamiento, un momento de reflexión objetiva nos haría caer en cuenta de un dato asombroso:
Todo lo que enfrentamos desde el momento en que existimos – seres humanos, animales, flores, sus colores, aromas, frutas, sabores, planetas, estrellas, montañas, rocas, edificios, espacio – son percepciones que se nos presentan a través de los cinco sentidos. Para aclarar este punto un poco más, será de ayuda examinar los sentidos, los agentes que nos brindan la información sobre el mundo exterior.
Todas las facultades sensoriales del hombre – la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto – funcionan de la misma forma. Los estímulos (luces, sonidos, olores, sabores, texturas) de los objetos del mundo exterior son llevados a través de los nervios a los centros sensoriales del cerebro. Todos estos estímulos que llegan al cerebro consisten de señales eléctricas. Por ejemplo, durante el proceso de visión, los rayos de luz (o fotones) que irradian las fuentes del mundo exterior llegan a la retina del ojo y, mediante una serie de procesos, son transformados en señales eléctricas. Estas señales son transferidas por los nervios hacia el centro de visión del cerebro. Allí, se percibe un mundo colorido, brillante y tridimensional en un espacio de unos cuantos centímetros cúbicos.
El mismo sistema se aplica a los otros sentidos. Las células de la superficie de la lengua transforman los factores químicos en señales eléctricas que luego se convierten en sabores. Los olores se transforman en señales eléctricas gracias a las células del epitelio de la nariz. Debajo de la piel existen sensores especiales que transforman los impulsos táctiles (como las sensaciones de dureza o suavidad) en señales eléctricas, y un mecanismo especial en el oído hace lo mismo con el sonido. Todas estas señales son enviadas a los centros correspondientes del cerebro, donde son percibidas.
Para aclarar este punto, supongamos que usted bebe un vaso de limonada. La superficie dura y fría del vidrio que sostiene en la mano se transforma en señales eléctricas por medio de receptores especiales que están bajo la piel y son enviadas al cerebro. Al mismo tiempo, el olor de la limonada, su sabor, y su color característico se convierten en señales que llegan al cerebro. De igual manera, el ruido que produce el vaso al tocar la mesa es percibido por el oído y transmitido al cerebro como una señal eléctrica. Todas estas percepciones son interpretadas en los centros relevantes del cerebro, que trabajan armoniosamente unos con otros. Como resultado final de estos impulsos, usted percibe que está bebiendo un vaso de limonada.
Respecto a este importante dato, tenga en cuenta las ideas de B. Russell y L.J.J. Wittgenstein, dos famosos filósofos:
Por ejemplo, si un limón realmente existe o no y cómo llegó a existir es algo que no puede ser cuestionado o investigado. Un limón consiste meramente de un sabor que percibe la lengua, un olor que percibe la nariz, un color y una forma que percibe el ojo, y sólo esas características del mismo pueden someterse a examen y valoración. La ciencia nunca puede conocer el mundo físico.1
En otras palabras, es imposible que alcancemos el mundo físico. Todos los objetos con los que estamos en contacto son en realidad un conjunto de percepciones como la vista, el oído y el tacto. A lo largo de nuestras vidas, al procesar los datos de los centros sensoriales, nuestro cerebro se enfrenta no con los “originales” de la materia que existe a nuestro alrededor, sino con copias de la misma dentro de nuestro cerebro. En este punto, se nos lleva erróneamente a suponer que estas copias son instancias de la materia real que nos rodea.
Ese dato obvio ha sido demostrado por la ciencia actual. Cualquier científico le diría cómo funciona este sistema, y que el mundo que observamos no es más que la sumatoria de percepciones que se forman en nuestros cerebros. El físico inglés John Gribbin sostiene que nuestros sentidos son una interpretación de estímulos que provienen del mundo exterior – como si hubiera un árbol en el jardín. Continúa diciendo que nuestro cerebro percibe los estímulos que se filtran a través de los sentidos, y que ese árbol es solo un estímulo. Luego pregunta, ¿cuál árbol es real? ¿El que forman nuestros sentidos o el que está en el jardín? 2
Sin duda alguna, esta realidad invita una profunda reflexión. Como resultado de estos datos físicos, llegamos a la siguiente conclusión: Todo lo que vemos, tocamos, oímos, y llamamos “materia”, “el mundo” o “el universo” no son, para nosotros, más que señales eléctricas interpretadas en nuestro cerebro. Nunca podemos llegar al original de la materia fuera de nuestro cerebro. Simplemente sentimos, oímos y vemos una imagen del mundo exterior que se forma en nuestro cerebro.
De hecho, alguien que come una manzana no se enfrenta con la fruta real, sino con sus percepciones en el cerebro. Lo que esa persona considera como una manzana en realidad consiste en lo que su cerebro percibe como información eléctrica respecto a la forma, el sabor, el aroma, y la textura de la fruta. Si el nervio óptico que va al cerebro se viera interrumpido, la imagen de la fruta desaparecería instantáneamente. Toda desconexión del nervio olfativo que va de los receptores de la nariz al cerebro interrumpiría el sentido del olfato totalmente. Dicho en pocas palabras, para nosotros, la manzana no es más que la interpretación de señales eléctricas por parte del cerebro.
Veamos también el sentido de la distancia. El espacio vacío entre usted y esta página es sólo una sensación de vacío formada en su cerebro. Los objetos que parecen distantes a su vista también existen en el cerebro. Por ejemplo, una persona que mira las estrellas por la noche supone que están a millones de años luz de distancia, pero las estrellas están dentro de la persona, en su centro de visión. Mientras usted lee estas líneas, en realidad usted no está en el cuarto en que cree estar; al contrario, el cuarto está dentro de usted. La percepción de su cuerpo le hace pensar que está dentro de él. Sin embargo, su cuerpo también es un conjunto de imágenes formadas dentro del cerebro.
Millones de Colores en un Lugar Totalmente Oscuro
Al considerar este tema en mayor detalle, se revelan algunas verdades aún más extraordinarias. Nuestros centros sensoriales están ubicados en el cerebro, un trozo de tejido de 1,5 kilos de peso. Y este órgano está protegido dentro de un conjunto de huesos llamado cráneo, al cual no pueden ingresar la luz, los sonidos ni los olores. El interior del cráneo es un sitio totalmente oscuro y silencioso donde todos los olores están ausentes.
Pero en este lugar de total oscuridad, suceden millones de tonalidades de color y distintos sonidos, al igual que innumerables sabores y olores.
¿Cómo sucede esto?
¿Qué le hace percibir a usted la luz en un lugar sin luz, olor en un lugar sin olores, sonidos en un silencio total y los objetos de todos los otros sentidos? ¿Quién creó todo esto para usted?
En cada momento de la vida, tienen lugar infinidad de milagros. Como mencionamos anteriormente, todo lo que sus sentidos perciben en este cuarto en el que se encuentra usted es enviado como señales eléctricas al cerebro, donde se combinan. El cerebro los interpreta como un cuarto completo. Dicho de otra forma, mientras usted supone que está sentado en este cuarto, ese cuarto en realidad está dentro de usted, en su cerebro. El “lugar” donde el cuarto se ensambla y percibe es pequeño, oscuro y sin sonido. Y aún así, cabe en él un cuarto entero o un paisaje completo, sin importar su tamaño. Un armario pequeño y una amplia vista del mar son percibidos en el mismo lugar.
Nuestros cerebros interpretan las señales relacionadas con el “mundo exterior” y les atribuyen significado. Por ejemplo, considere el sentido del oído. Es nuestro cerebro en realidad el que interpreta y transforma las ondas sonoras en una sinfonía. Es decir, la música es otra percepción creada por nuestro cerebro. De la misma manera, cuando percibimos los colores, lo que llega a nuestros ojos no es más que luz de distintas longitudes de frecuencia. Nuevamente, es nuestro cerebro el que transforma estas señales en colores. No existen colores en el "mundo exterior"; la manzana no es roja, el cielo no es azul, ni las hojas de los árboles son verdes. Parecen serlo sólo porque así lo percibimos.
Aún un pequeño defecto en la retina puede provocar daltonismo. Algunos daltónicos perciben el azul y el verde como un mismo color, otros ven el rojo como azul. En este punto, no importa de qué color es el objeto exterior.
El conocido pensador George Berkeley también trata este tema:
Al comienzo, se creía que los colores, olores, etc., “realmente existen”, pero luego esas posturas fueron abandonadas, y se entendió que sólo existen dependiendo de nuestras sensaciones. 3
En conclusión, la razón por la que vemos objetos en colores no es porque de verdad sean de colores o porque tengan una existencia material en el mundo exterior. Por el contrario, la verdad es que las cualidades que les asignamos a los objetos están dentro de nosotros.
Y esta, quizás, es una verdad que usted nunca antes había considerado.
Los descubrimientos de la física moderna muestran que el universo es un conjunto de percepciones. Es lo que se plantea como interrogante en la tapa de la conocida revista de ciencia norteamericana New Scientist, que se ocupa de ello en la edición del 30 de enero de 1999: "Más Allá de la Realidad: ¿Es el Universo Realmente Un Juego de Información Primordial y Materia, (es decir), No Más Que Un Espejismo?" La edición del 27 de abril de 2002 de New Scientist publicó un artículo titulado “El Universo Vacío”, en el que se dice: “En sus manos tiene una revista que la siente consistente. Aparentemente posee algún tipo de existencia independiente. Sucede lo mismo con los objetos en su entorno, sea una taza de café, sea una computadora. Parecen reales y que están a cierta distancia de nosotros. Pero no se trata más que de una ilusión. Esos objetos supuestamente sólidos son meras proyecciones que emanan de un tipo de calidoscopio cambianque vive en los confines de nuestro universo”. |
El Conocimiento Limitado del Hombre Una implicación de los hechos descritos hasta ahora es que, en realidad, el conocimiento que el hombre tiene del mundo exterior es extremadamente limitado.
Ese conocimiento se limita a nuestros cinco sentidos, y no existe prueba de que el mundo que percibimos por medio de esos sentidos sea idéntico al mundo “real”.
Por lo tanto, puede ser muy diferente de lo que percibimos. Puede haber muchas más dimensiones y otros seres que desconocemos. Aún si llegamos a al mas lejano extremo del universo, nuestro conocimiento seguirá siendo siempre limitado.
Dios Todopoderoso, el Creador de todo, tiene un conocimiento completo y perfecto de todos los seres que, al ser creados por Dios, sólo poseen el conocimiento que Él les permite tener. Este hecho es relatado de la siguiente manera en el Corán:
¡Allah! No existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él, Viviente, se basta a Sí mismo y se ocupa de toda la creación. No Le toma somnolencia ni sueño. Suyo es cuanto hay en los cielos y la Tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él sino con Su anuencia? Conoce el pasado y el futuro; y nadie abarca de Su conocimiento salvo lo que Él quiere. Su Trono se extiende en los cielos y en la Tierra, y la custodia de ambos no Le agobia. Y Él es Sublime, Grandioso. (Corán, 2: 255)
¿Quién es el que Percibe?
Para percibir, no hace falta un mundo exterior. Dado el tipo correcto de estimulación al cerebro, las sensaciones de tacto, vista y sonidos, pueden recrearse en el cerebro. El mejor ejemplo de este proceso son los sueños.
Durante los sueños, su cuerpo normalmente permanece inmóvil y quieto en una habitación oscura y silenciosa, y sus ojos permanecen cerrados. No llega luz ni sonido ni ningún otro estímulo externo para que el cerebro perciba. Pero en sus sueños, usted percibe experiencias muy similares a la vida real. En sus sueños, usted se levanta y va a trabajar, o sale de vacaciones y disfruta el calor del sol.
Aún más, en los sueños usted nunca tiene dudas de la realidad que está viviendo. Recién al despertarse cae en cuenta de que sus experiencias fueron sólo un sueño. Y usted no sólo vive sensaciones tales como el miedo, la ansiedad, la alegría y la tristeza, sino que ve distintas imágenes, oye sonidos y siente la materia. Pero no existe una fuerza física que produzca estas sensaciones y percepciones: usted está inmóvil en un cuarto oscuro y silencioso.
René Descartes, el renombrado filósofo, brindaba el mismo razonamiento sobre esta sorprendente verdad de los sueños:
En mis sueños, veo que hago varias cosas, voy a muchos lugares; sin embargo, cuando me levanto, veo que no he hecho nada ni he ido a ninguna parte y que estoy plácidamente recostado en mi cama. ¿Quién me garantiza que no estoy soñando en este momento, es más, que toda mi vida no es más que un sueño? 4
Estamos, entonces, frente a una verdad manifiesta: No existe justificación para sostener que establecemos contacto directo con el original del mundo que decimos existe y en que vivimos.
La Realidad Producida por Estímulos Artificiales La realidad virtual es la animación de tipo vívida de imágenes tridimensionales hecha con computadoras y otros dispositivos. Esas simulaciones del “mundo real” se emplean para una serie de entrenamiento en distintas áreas. Una característica muy significativa de la realidad virtual es que los individuos muchas veces quedan atrapados totalmente por la “autenticidad” de las mismas, aunque sean irreales, al olvidarse que son producidas por un equipamiento especial. De esta manera, los sentidos establecen en el cerebro como cierto un universo de cosas. En consecuencia, los estímulos artificiales llevan a que una persona pueda pensar que en verdad está viendo y tocando un pájaro inexistente. |
¿Es Nuestro Cerebro Distinto del Mundo Exterior?
Si todo lo que conocemos como mundo exterior son sólo percepciones producidas internamente ¿Qué sucede entonces con el cerebro que creemos se encarga de ver y oír? ¿No está acaso compuesto de átomos y moléculas como todo lo demás? El cerebro también es un trozo de tejido que percibimos a través de nuestros sentidos. De ser así, ¿qué es lo que percibe, si no es el cerebro, todo lo que ve, oye, toca, huele y saborea?
En este punto, nos enfrentamos con el dato obvio: el hombre, un ser de conciencia que puede ver, sentir, pensar, y ejercer la razón, es mucho más que un conjunto de átomos y moléculas. Lo que define a un ser humano es el “alma” que Dios le ha otorgado. De lo contrario, sería irracional atribuirle su conciencia y otras facultades a un trozo de tejido de 1,5 kilos de peso:
Quien perfeccionó todo lo que ha creado, y comenzó la creación del hombre [Adán] a partir de barro. Luego hizo que su descendencia surja de una gota de esperma insignificante. Le dio forma e insufló en él [Adán] el espíritu. Él os ha dotado de oído, vista e intelecto, pero poco es lo que le agradecéis. (Corán, 32: 7-9)
Todo lo que vemos en nuestra vida se forma en la parte posterior de nuestro cerebro en un punto llamado "centro de la visión", el cual ocupa solamente unos pocos centímetros cúbicos. Tanto el libro que ahora está leyendo como el amplio paisaje que observa en el horizonte, se acomodan en ese espacio diminuto. En consecuencia, a los objetos los vemos en la medida percibida por nuestro cerebro y no en la que realmente tienen en el mundo exterior. |
El Ser Más Cercano que Tenemos es Dios
Puesto que un ser humano no es solamente un trozo de materia sino un “alma”, ¿quién hace entonces que ese alma sienta la suma de percepciones que llamamos el mundo exterior? ¿Quién continúa creando todas esas percepciones incesantemente?
La respuesta es obvia. Dios, Quien le dio Su espíritu al hombre de un soplo, es el Creador de todas las cosas. Él es también la fuente real de todas las percepciones. La existencia de todo es posible sólo a través de la creación de Dios. Dios nos informa que Él crea continuamente y cuando Él deje de crear, todo desaparecerá:
Ciertamente Allah es Quien contiene a los cielos y la Tierra para que no se desorbiten, y si se desorbitasen, nadie los podría contener; porque Él es Tolerante, Absolvedor. (Corán, 35: 41)
Este versículo del Corán describe cómo el universo material se mantiene bajo el poder de Dios. Dios creó el universo, la Tierra, las montañas, y todos los seres vivos y no vivos, y mantiene todo esto bajo Su poder en todo momento. Dios manifiesta Su nombre al-Jaliq (El Creador) en este universo material. Dios es al-Jaliq, en otras palabras, el Creador de todas las cosas, el Que crea de la nada. Esto demuestra que existe un universo material, fuera de nuestras mentes, que consiste de entes creados por Dios. Sin embargo, como milagro y manifestación de la naturaleza superior de Su creación y Su omnisciencia, Dios nos muestra este universo material en forma de una “ilusión”, “sombra”, o “imagen”. Como consecuencia de la perfección en Su creación, los seres humanos nunca podemos llegar al mundo que está fuera de nuestras mentes. Sólo Dios conoce el verdadero universo material.
Otra interpretación del mencionado versículo es que Dios mantiene constantemente las imágenes del universo material que ven las personas. (Dios sabe mejor). Si Dios no quisiera que viéramos la imagen del mundo en nuestras mentes, el universo entero desaparecería ante nuestros ojos, y nunca más podríamos tener contacto con él.
Al enfrentar estos hechos, uno debe llegar a la conclusión de que el único ser absoluto es Dios, Quien abarca todo lo que hay en los cielos y la Tierra:
Ellos siguen dudando de la comparecencia ante su Señor. Y por cierto que Él abarca todas las cosas con Su conocimiento y poder. (Corán, 41: 54)
A Allah pertenece tanto el oriente como el occidente, y adondequiera que dirijáis vuestros rostros, allí está el de Allah. Allah es Vasto, Omnisciente. (Corán, 2: 115)
A Allah pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Allah todo lo abarca con Su conocimiento. (Corán, 4: 126)
Y cuando te dijimos [¡Oh, Muhammad!]: Tu Señor tiene total poder sobre los hombres [y Él te protegerá]… (Corán, 17: 60)
… y nadie abarca de Su conocimiento salvo lo que Él quiere. Su Trono se extiende en los cielos y en la Tierra, y la custodia de ambos no Le agobia. Y Él es Sublime, Grandioso. (Corán, 2: 255)
El conocimiento y la capacidad de Dios nos rodean por delante y por detrás, a diestra y siniestra – es decir, Él nos abarca por completo. Él nos observa en todas partes, en todo momento. Él tiene el control absoluto sobre nosotros, por dentro y por fuera. Él, el Poseedor del poder infinito, está más cerca de nosotros que nuestra propia vena yugular.
Conclusión
Es de suma importancia entender correctamente el secreto que está más allá de la materia y que se explica en este capítulo. Las montañas, llanuras, flores, personas, mares – básicamente, todo lo que vemos y todo lo que Dios nos informa en el Corán que existe y que Él creó de la nada es creado y de verdad existe. Sin embargo, las personas no pueden ver, sentir u oír la naturaleza real de estos seres a través de los órganos del sentido. Lo que vemos y sentimos son sólo copias que aparecen en nuestro cerebro. Es un hecho científico que se enseña en todas las escuelas de medicina. Lo mismo se aplica al libro que está leyendo en este momento; usted no puede ver ni tocar su verdadera naturaleza. La luz que viene del libro original es convertida en sus ojos por algunas células en señales eléctricas, que a su vez son transmitidas al centro visual ubicado en la parte posterior del cerebro. Es allí donde se crea la imagen de este libro. En otras palabras, usted no está leyendo un libro que está frente a sus ojos; en realidad, ese libro es creado en el centro visual en la parte posterior de su cerebro. El libro que usted lee en este momento es una “copia del libro” que está dentro de su cerebro. El libro original lo ve Dios.
Sin embargo, hay que recordar que el hecho que la materia sea una ilusión formada en nuestro cerebro no “rechaza” la materia, sino que nos brinda información sobre la verdadera naturaleza de la materia: Que ninguna persona puede tener conexión con su original. Aún más, la materia exterior puede ser vista no sólo por nosotros, sino por otros seres. Los ángeles a quienes Dios les encomendó la tarea de observar este mundo también pueden ver:
Dos Ángeles registran sus obras, uno a la derecha y otro a la izquierda. No pronuncia palabra alguna sin que a su lado esté presente un Ángel observador que la registre. (Corán, 50: 17-18)
Más importante aún, Dios lo ve todo. Él creó este mundo con todos sus detalles y lo ve en todos sus estados. Él nos informa en el Corán:
…Temed a Allah, y sabed que Él bien ve cuánto hacéis. (Corán, 2: 233)
Diles: Allah es suficiente como testigo de mi veracidad. Él está bien informado sobre Sus siervos y les observa. (Corán, 17: 96)
No se debe olvidar que Dios guarda registro de todo en el libro llamado Lawh Mahfud (La Tabla Protegida). Aún si no podemos ver todas las cosas, ellas están en el Lawh Mahfud. Dios revela que Él guarda registro de todo en el “Libro Madre” llamada Lawh Mahfud a través de los siguientes versículos:
El cual está registrado en el Libro Madre [La Tabla Protegida]. (Corán, 43: 4)
…todo lo tenemos decretado y registrado en un libro protegido [la Tabla Protegida]. (Corán, 50: 4)
Todo lo que está oculto en el cielo y en la Tierra se encuentra [registrado] en un libro claro [la Tabla Protegida]. (Corán, 27: 75)
1. Orhan Hancerlioglu, Dusunce Tarihi (The History of Thought), (Istanbul: Remzi Bookstore, 6th edition, 1995) p. 447.
2.John Gribbin, In the Search of the Big Bang; Taşkın Tuna, Uzayın Otesi (Far Beyond the Universe), p. 194
3. Treaties Concerning the Principle of Human Knowledge, 1710, Works of George Berkeley, vol.1, ed. A. Fraser, Oxford, 1871
4. Macit Gökberk, Felsefe Tarihi (History of Philosophy), p. 263